"El femirulismo ha sido letal, totalitario, criminal, y hoy una vez más lo comprobamos."
Carlos Balmaceda
23-1-2024
Como se puede ver en el tuit que escribió Juan Grabois, Carlos Pedrini, funcionario de Jorge Macri, era una buena persona, reconocido como un adversario leal, incluso por Pitu Salvatierra.
En otro momento político, ni Grabois ni Salvatierra, con el añadido de ser rivales políticos del muerto, hubieran expresado sus condolencias por las redes sociales, porque, sencillamente, las femirulas los habrían tildado de “hijos sanos del patriarcado”.
El hecho, espantoso, saca del cajón más oscuro de estos años lo que durante 2018 (hoy casualmente lo rememorábamos a través del mundo del rock) fue habitual.
Aquí, se conjugan dos cuestiones: el suicidio de otro varón linchado en el altar del femirulismo, y el posible pase de factura de algún rival político.
El senador Marino, acusado por una empleada fue víctima de una interna radical de La Pampa.
Resultado de la imputación: inocente.
Gastón Edgardo Ungar, dirigente peronista de Neuquén, fue acusado por sus propias militantes de violencia en los términos más porosos y amplios. Expulsado del partido, destruida su organización, la imputación resultó en una clamorosa inocencia.
Eduardo Cáceres, diputado sanjuanino por el PRO, fue acusado por su ex pareja, movida por la propia competencia política. No solo resultó inocente, la contrademandó y se sumó a la lucha contra el femirulismo.
Hay más, hay muchos más, porque el femirulismo se prestó a estas extorsiones en el mundo de la política.
A veces, terminaron, como en este caso, en suicidios. El más conocido, porque su madre llevó a La Cámpora a juicio por instigación al suicidio, y luego, los propios camporistas, con la secretaria de DDHH de Almirante Brown a la cabeza, y Lepere, mano derecha del sionista De Pedro, la apretaron judicialmente de manera brutal para no “revictimizar” a la violada imaginaria Milagro Michetti.
Cuando les digo que 25 es una cifra simbólica, porque ya perdí la cuenta y hay casos en los que ni siquiera pude llegar a conocer el nombre de los suicidados (el varón linchado que se arrojó de un balcón hace un mes y medio en Hidalgo al 500, de CABA es todavía un NN), es así.
El femirulismo ha sido letal, totalitario, criminal, y hoy una vez más lo comprobamos.
Que Grabois y Salvatierra se animen a una necrológica noble del muerto, nos indica que el temor a las femirulas ha decaído. Cuando Grabois se expresó sobre el aborto, fue repelido por la furia verde y cerró el orto, por eso, al producirse la derrota en las elecciones intermedias, aprovechó la volada y habló elíptica pero certeramente de lo dañoso que fue privilegiar la “agenda de minorías”.
La historia de todo el daño que provocó el femirulismo y cómo llamó a gritos a Milei, hay que contarla. Lo hago desde hace por lo menos ocho años, pero en breve, la sistematizaré.
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