29 de marzo de 2015

José Pablo Feinmann contra la corrupción ...


... en 1998.

"...la corrupción mata. Los corruptos comparten el modus operandi de los genocidas: matan, producen estrago y aniquilamiento en los cuerpos."

¿Pedirá ahora Memoria, verdad y Justicia, y Juicio y castigo a los responsables?


Sobre la corrupcion
Por José Pablo Feinmann

José Pablo Feinmann
Será deseable que nuestra democracia –y las democracias de América latina– se fortalezca tanto como para castigar a los corruptos con la misma convicción con que se busca castigar a los genocidas. Que si ese castigo no se hace acá aparezca un Baltasar Garzón para los que utilizaron el Poder para delinquir y los persiga con la Ley y con el apoyo entusiasta de todos quienes hemos sido heridos por la voracidad de esos miserables delincuentes. El delito de corrupción es un delito contra los derechos humanos. El corrupto es, a su especial manera, un homicida. Lo es, sobre todo, en países donde la economía se recorta contra un marco de hambre. El corrupto les quita el pan a los hambrientos. Ayuda para que padezcan, agonicen y mueran. Un personaje de Albert Camus, en Los justos, dice: “¿Han visto morir de hambre a los niños? Yo sí. Y la muerte por una bomba es un placer comparada con ésa”. Seamos precisos: morir de hambre es casi como morir en la tortura, ya que se muere lentamente, agónicamente, todos los días un poco, sin esperanza y con dolor. ¿Cuántos niños mueren de hambre en la Argentina? ¿Cuántas de esas muertes serían evitadas con el dinero de la corrupción o el de los lujos desaforados, esa forma ostentosa y blasfema de la corrupción? No nos preguntemos cuántos. Digamos: uno. Si un solo niño pudiera serle arrebatado al hambre por medio de los dineros de la corrupción y no lo es, la culpable de su muerte es, entonces, la corrupción. En suma, la corrupción mata. Los corruptos comparten el modus operandi de los genocidas: matan, producen estrago y aniquilamiento en los cuerpos.

En setiembre de 1992 salió en la primera plana de todos los diarios la siguiente noticia: “Aprobaron la venta de YPF”. Arriba del titular se mencionaba la cifra: “Valdría 8000 millones”. Una foto acompañaba la noticia: eran los diputados del bloque justicialista que se abrazaban eufóricos, desbordados por la alegría, como si festejaran el más espléndido de los goles. Confieso que esa foto quedó en mí grabada para siempre. Aún la tengo y miro los rostros de los campeones. ¿Qué festeja? ¿Qué gol festejan en medio de un estadio lleno de harapientos silenciosos? ¿Por qué esa alegría les pertenece a ellos y a nadie más? ¿No privatizaron YPF por la patria, por los intereses de la nación? ¿Por qué, entonces, el resto de los habitantes no se abraza, no salta de alegría como saltan ellos?

Clarín. 25-9-1992
"Supongo que la lucha contra la corrupción, que la investigación de los actos ilícitos cometidos durante el último decenio, habrá de tener muchas puntas. Una de ellas será mirar otra vez esa foto de setiembre del ‘92 y preguntarles –sin malicia, sin prejuicios, sólo con el deseo de saber–, preguntarles, dijo, a esos alegres diputados, de qué diablos se reían."


Uno de los diputados que festejaban era Oscar Parrilli, el miembro informante del oficialismo en la Cámara de diputados  (ver: El informante )  y actual jefe de los "informantes" (la ex SIDE).

¿Le preguntarán Feinmann o Página 12 de qué se reía?


27 de marzo de 2015

Ecoterrorismo contra el desarrollo tecnológico nacional

"De larga data son las acciones de las transnacionales del ecologismo fundamentalista –principalmente las británicas Greenpeace y WWF-Fundación Vida Silvestre, intentando frenar por distintos medios el desarrollo tecnológico y socio económico argentino. "

LEY GUINLE DE ENERGÍAS RENOVABLES  
ASPECTOS PELIGROSOS Y SUMAMENTE PERJUDICIALES. RESUMEN 
lunes, 23 de marzo de 2015

Tal es el conjunto de errores técnicos y conceptuales, y la magnitud de los perjuicios que de ser aprobada la ley, ocasionaría a Argentina, que solo cabe suponer un grado de ignorancia en temas energéticos, muy profundo, por parte del legislador, sus colaboradores y quienes lo apoyaron en la conflictiva y negativa iniciativa. Claramente, solo consultaron a los sectores fuertemente orientados a favorecer las “renovables amputadas”, no habiendo ampliado las consultas a otros sectores, incluso omitiendo –resulta muy claro- a organismos técnicos de probada capacidad técnica y científica, como el Comité Argentino de Presas, la Comisión Nacional de Energía Atómica, EBISA, el Ministerio de Planificación de la Nación y la Secretaría de Energía de la Nación, además de los calificados planteles técnicos de los entes binacionales (Salto Grande y Yacyretá), y otros más. 

Si no se hubiera actuado por ignorancia, cabría calificar actitudes de ocultamiento o de sesgamiento culposo para favorecer intereses sectoriales en perjuicio de los Intereses Nacionales, lo cual se descarta. El Proyecto de Ley pretende ampliar y acelerar en forma incoherentemente apresurada los plazos y elevadísimos límites mínimos porcentuales de cobertura de la demanda eléctrica, que resultarían obligatorios –monopolística y excluyentemente e incluso contra toda lógica económica y estratégica-, favoreciendo en forma desmedida a las incorrectamente llamadas “energías renovables”. 

La sumatoria de “facilidades” que pretende instaurar, tienen carácter de ventajas prebendarias, que pueden ser inmanejables para el propio Estado Argentino, pues nos atarían a los intereses sectoriales vinculados con la importación, comercialización e instalación de “renovables”, básicamente eólicas y solares; haciendo pagar a todos los consumidores argentinos, los costos exorbitantes, antieconómicos e incluso irracionales, que con fuerza de ley, pasarían a ser de obligatorio cumplimiento, aun perjudicando a otros proyectos de generación eléctrica más racionales y de costos mucho más competitivos. Es un proyecto de ley que amplía las atribuciones de la ley 26.190, la cual adolece de severos defectos técnicos y de un marcado sesgo pseudo ecologista a ultranza, aún en contra de los Intereses Estratégicos Nacionales; todo ello en línea con incoherentes y amañados planteos previos del sector ultra ecologista manipulado por las ONGs transnacionales británicas, que en forma muy sesgada y cargada de falsedades técnicas, difundió un conjunto de informes pseudo científicos, denominados “Escenarios Energéticos Argentina 2030”, el cual fue profundamente evaluado, diseccionado parte por parte, y desmentido categóricamente en el libro “Los Profetas del Caos” (http://caoenergia.blogspot.com.ar/), el cual no fue nunca desmentido, ni siquiera criticado, de acuerdo a la vieja metodología de “la conspiración del silencio”, utilizada desde los albores de la patria, por oscuros intereses antinacionales, que operaron en forma continua, sistemática e incluso muy solapada. En ese libro se explica el porqué del concepto de “renovables amputadas”, pues la ley 26.190, sin ninguna lógica técnica excluye a las hidroeléctricas de más de 30 MW 

ANÁLISIS DEL CONTROVERSIAL PROYECTO 
BREVE SÍNTESIS HISTÓRICA 

De larga data son las acciones de las transnacionales del ecologismo fundamentalista –principalmente las británicas Greenpeace y WWF-Fundación Vida Silvestre, intentando frenar por distintos medios el desarrollo tecnológico y socio económico argentino. Particular saña y total recurrencia tienen sus “agendas” de ataques mediáticos y acciones públicas por medio de agitadores ad hoc (seguramente varios de ellos socios de las ONGs sin conciencia cabal de las implicaciones reales de sus actos), denigrando mendaz y sistemáticamente, mediante acciones de terrorismo mediático, en contra de las generaciones hidroeléctrica y nuclear. Apelan a miedos irracionales, exacerbados por mentiras y exageraciones escandalosas, sucesivamente demostradas como gruesas mentiras; pero los manejos mediáticos siempre dan grandes repercusiones a las “denuncias” y muy pocos espacios a las demostraciones irrefutables de falsedad de las mismas. Como ejemplos dos casos paradigmáticos: la “denuncia” de supuestas “aguas radioactivas” en Ezeiza, comprobadamente falsas; la “denuncia” del trasvase de aguas de Yacyretá al Iberá, también demostradamente falsas. Presentan como “alternativas” y supuestas “grandes soluciones” a las generadoras eólicas y solares, pretendiendo imponerlas obligatoriamente, en acciones al como sea, omitiendo no solo sus altísimos costos por KWh (por algo sus imposiciones van asociadas a prebendarios subsidios y otras ventajas leoninas), disimulando en densas palabrerías huecas de exaltación a “los ahorros de energía”, a los “beneficios ambientales”, y otros conceptos por el estilo, que no son más que frases prearmadas, que incluso no se condicen con la realidad. Omiten o apenas mencionan tangencialmente los serios problemas que las energías renovables (en rigor “renovables amputadas”), provocan en los Sistemas de Transmisión Eléctrica, con sus intermitencias y variaciones de voltaje y frecuencia. 

Al atacar ferozmente a las usinas hidros y nucleares, en los hechos favorecen a la generación termoeléctrica, propiciando que Argentina profundice la nociva dependencia que adolecemos respecto a los combustibles fósiles. Vinculado con ello, presentan como “alternativas” a las eólicas y solares, siendo que en rigor son simplemente “complementarias” pues no pueden reemplazar a las centrales de base, que solo lo son las de las tres clases de tecnologías confiables, sin intermitencias, y programables: hidroeléctricas, nucleares y termoeléctricas.

Esas campañas entraron en una nueva fase en 2012, cuando en forma muy amañada, presentaron un confuso conjunto de informes pseudo científicos, ampulosamente llamados “Escenarios Energéticos Argentina 2030”, de deplorable nivel técnico, cargado de falsedades y verdades a medias. Antes de ello, con sutiles presiones y sin duda ante los tergiversados argumentos presentados a los legisladores, con la dudosamente fundamentada intervención de algún soporte “técnico” de la Secretaría de Energía, los sectores del ultra ecologismo festejaron la sanción de la ley 26.190, que sin coherencia alguna presenta como excluidas del concepto de “renovables” a las hidroeléctricas desde 30 MW de potencia en más, y además pretendió forzar instalaciones masivas de “renovables amputadas” (definición que acuñé para caracterizar el tergiversado concepto de “renovables” de la citada ley). Las pretendidas amplias inversiones en eólicas y solares, no se concretaron en las enormes cantidades pretendidas, justamente por los bajos rendimientos de las usinas “renovables amputadas”, que tornaron inocuos los amplios beneficios extras ya concedidos. 

Ahora, el nuevo proyecto de ley, pretende ampliar más aún las prerrogativas excepcionales, conformando un cuadro de ventajas exageradas y dudosamente coherentes, que bien pueden ser consideradas de tipo prebendario. Eso se analiza en este informe. 

"...de hecho se oponen sistemáticamente al Plan Nuclear Argentino, 
que es uno de los máximos exponentes 
del renacer tecnológico e industrial argentino..."

No es un tema menor, que con el accionar de zapa de las ONGs “ecologistas” transnacionales (más que “ecologistas” son verdaderos organismos de presión, en el marco de las “guerras blandas” libradas desde la concepción geopolítica imperial), esos entes y sus apéndices locales, de hecho se oponen sistemáticamente al Plan Nuclear Argentino, que es uno de los máximos exponentes del renacer tecnológico e industrial argentino, elaborado desde una concepción de geopolítica argentina con objetivos de Grandeza Nacional. Del mismo modo, se oponen a las obras hidroeléctricas, que también son piezas claves dentro del contexto energético nacional, como sustento de nuestro desarrollo que precisa la diversificación coherente de nuestra matriz energética. Por el tenor tan sesgado de la redacción del proyecto de ley y de sus fundamentaciones, resulta más que evidente que su autor y colaboradores, así como los legisladores de otras bancadas que apoyaron esta controversial y dudosamente fundamentada iniciativa, solo han escuchado una campana, la del sector ecologista fundamentalista, y sus “compañeros de ruta”, los vendedores de equipos eólicos y solares. 

Debe tenerse en cuenta que algunos países, que adhirieron en forma acentuada a los “preceptos” del ecologismo fundamentalista, volcándose en gran medida a las energías eólica, solar y similares, como Alemania, Dinamarca y España, debieron incrementar fuertemente las inversiones en usinas termoeléctricas, ante los bajos rendimientos de eólicas y solares, además de ver incrementados fuertemente sus costos operativos de la generación eléctrica, que en el caso germano se estima en un alza del 10 %, que repercute negativamente en su producción industrial, al restarle competitividad. 

FALENCIAS Y FALSEDADES TÉCNICAS DEL PROYECTO. 

"...  lo que pretende aprobarse, 
es un verdadero atentado contra el desarrollo nacional..."

El proyecto mantiene la arbitraria y absurda exclusión de las hidroeléctricas de más de 30 MW de Potencia Instalada. Careciendo esa exclusión de todo sustento técnico, resulta evidente que fue pergeñada caprichosa y sesgadamente, para “sacar de competencia” a las hidroeléctricas de potencias significativas, las que son muchísimo más eficientes (sirven como centrales de base, lo que no sucede con las eólicas, solares y otras “renovables amputadas”), generan en forma totalmente limpia, tienen largas vidas útiles, y sobre todo su producción es por lejos la más económica por KWh. Además de significar un conjunto de características escandalosamente prebendarias lo que pretende aprobarse, es un verdadero atentado contra el desarrollo nacional, pretender imponer con carácter de prioridad exclusiva y excluyente, a las generadoras “renovables amputadas” (básicamente eólicas y solares), aunque resulten mucho más costosas y menos ventajosas técnicamente, cuando el controversial proyecto quiere establecer con fuerza de ley que se deberá optar por las “renovables amputadas” aunque existan proyectos alternativos de menores costos. Resulta claramente discriminatorio en contra de otras fuentes de energía, basándose esa discriminación en amañados y falaces argumentos. En los hechos, se opone y obstaculiza al Plan Nuclear y al Plan de Obras Hidroeléctricas, ambos considerados con toda lógica, prioritarios por parte del Estado Nacional, por sus enormes importancias estratégicas, geopolíticas y económicas. 

Pretende obligar a realizar apresurada y nada justificadamente, enormes y abruptas inversiones en “renovables amputadas”, pues no solo los porcentajes mínimos que fija el proyecto son muy elevados, sino que los plazos definidos son abruptos, y con ello totalmente irracionales, pues quitan tiempo a toda imprescindible cuidado a planificación, además excluyen de hecho la participación de la industria argentina, que ante tamaña avalancha de “instalaciones forzosas”, solo deja margen para decisiones apresuradas e irreflexivas, con lo cual prácticamente con seguridad, se estaría dando pie a inversiones de dudosa factibilidad técnica con exiguos resultados productivos, y por supuesto con costos de inversiones siderales, que recaerán sobre el erario público, y con ello, sobre toda la población. Omite considerar los muy perniciosos efectos que serían consecuencia de la instalación masiva de usinas intermitentes, pues provocarían problemas técnicos de costosas soluciones, ante los problemas de variaciones de frecuencia y voltaje, que son negatividades insalvables por si mismas, de las generaciones eólicas y solares. 

En realidad, si se aprobara con fuerza de ley, semejante conjunto de aberraciones técnicas, una de las consecuencias negativas será la proliferación de nuevas usinas térmicas alimentadas a gas, o a petróleo, profundizando la perniciosa dependencia patológica de la matriz eléctrica argentina respecto a los combustibles fósiles. 

No es cierto que las “renovables amputadas” reemplazarán a las usinas térmicas alimentadas a gas oil. Básica y casi excluyentemente, el gas oil es consumido por pequeños grupos electrógenos Diesel, que forman la llamada Generación Distribuida, la cual opera única o básicamente para solucionar problemas en el área técnicas de Distribución; lo cual es un recurso utilizado como soporte técnico en los grandes núcleos de consumo, salvo unas pocas excepciones en otros puntos del Sistema Interconectado. Por lo general las pequeñas usinas de Generación Distribuida se ubican en lugares o nodos de altos consumos, y en general se concentran en la Mega Región Central, así como en menores escalas en el Norte Grande (NEA más NOA). 

En cambio, de acuerdo a estudios previos serios, así como en base a los resultados obtenidos (corroborados por CAMMESA), los únicos rendimientos de cierto grado de importancia, y con rendimientos al menos aceptables, de las “renovables amputadas”, se dan en la Patagonia, y únicamente con eólicas, pues los rendimientos de las solares foto voltaicas son mínimos, despreciables dentro de la matriz general. Y resulta muy claro, que la generación intermitente, que pueda inyectarse a la red desde el lejano sur, no podrá –por cuestiones técnicas elementales-, sustituir a la Generación Distribuida, ubicada muy lejos de aquellas, y con características y funciones diferentes, pues básicamente esta opera como factor de estabilización y mejoramiento de la calidad operativa del servicio, en áreas reducidas de alto consumo o con otras falencias por deficiencias en las redes de Distribución. Por otra parte, los grupos Diesel no están diseñados para constante arranques y paradas, como sucedería si –teóricamente- fueran sustituidos por las volubles e inestables generaciones de las “renovables amputadas”. No es cierto que los rendimientos esperables de las “renovables amputadas” llegan a factores de carga del orden del 42 %. La experiencia argentina demuestra que el promedio de carga (producción efectiva) de las eólicas llega al 37 % y dicho rendimiento sería en rigor mucho menor, de no ser por algunos rendimientos superiores obtenidos por algunas eólicas patagónicas; y las solares, solo alcanzan el 21 %. Todas las otras (geotérmicas, hidrógeno, etc.) rinden mucho menos. 

Falta a la verdad, en sus fundamentos, al afirmar que las hidroeléctricas solo estarán operativas en el largo plazo (sin definir claramente que entiende por el concepto de “largo plazo”). En efecto, es técnicamente conocido que las hidroeléctricas de mediana potencia (de entre 30 MW y 100 MW aproximadamente), pueden estar construidas en plazos reducidos, del orden de 4 a 5 años, a diferencia de las grandes y de las gigantescas, cuyas obras por lo general insumen aproximadamente una década o más. Por supuesto que también omite –acorde al tenor marcadamente sesgado y no veraz del proyecto y sus fundamentaciones- que por regla general, las hidroeléctricas son mucho más eficientes, de mayores vidas útiles, de energía mucho más económica y apta para funcionar como base del Sistema Eléctrico, así como el nulo impacto ambiental de la generación hidroeléctrica, además de los beneficios adicionales que por lo general caracterizan a los proyectos hidroeléctricos. 

Adviértase que además, el cuestionado proyecto de ley, puede ser usado por el fundamentalismo ecologista y los poderosos intereses asociados a él, para dificultar o frenar el desarrollo del Proyecto CAREM, que es parte sustancial del accionar del Sector Nuclear Argentino. También falta groseramente a la verdad, el proyecto de ley y sus sesgadas fundamentaciones, al equiparar a las “renovables amputadas” con las centrales hidroeléctricas de pasada. No es lo mismo cualquier central intermitente, con problemas crónicos de oscilaciones incontrolables de frecuencia y tensión, e inútil para funcionar como central de base de ningún Sistema Eléctrico, que una central hidroeléctrica de pasada, que como tal es programable, previsible, que brinda energía de calidad y apta para formar parte de la base de cualquier Sistema Eléctrico. Por otra parte, la Central Hidroeléctrica Yacyretá, la mayor usina que posee Argentina (en sociedad con Paraguay), es técnicamente una central de pasada, y por cierto no puede compararse ninguna eólica, solar o similar, con los altísimos rendimientos de esa gran central hidroeléctrica. Existen otras hidroeléctricas de menores potencias, también de pasada, que igualmente es absurdo pretender rebajarlas al ponerlas –supuestamente- en un plano de igualdad con las mucho menos eficientes y mucho más problemáticas eólicas y solares. 

Es totalmente falso que las energías intermitentes aumenten la seguridad energética nacional (como afirma en los considerandos), siendo exactamente al revés en la realidad. Afirmar que ahorrará gas oil, es claramente otra falsedad, pues por cuestiones técnicas, no se podrá reemplazar pequeñas usinas que operan como refuerzos de base; con energías meramente intermitentes, y para más, que generarán previsiblemente a grandes distancias de los principales nodos de consumo. En el mensaje adjunto al proyecto de ley, se afirma que (las eólicas y solares) “son hoy tecnologías utilizadas con inmejorables resultados”. ¿Cómo se puede afirmar semejante dislate incoherente, si en el mismo mensajes se admite que son tecnologías en desarrollo, y omiten el hecho irrefutable que aún tienen muchas falencias serias sin solución, entre ellas las reconocidas en el propio informe adjunto al proyecto, y en el texto, respecto a sus costos muy altos –no competitivos, que por eso pretenden desmesuradas ventajas de tipo prebendario-, y sus problemas de intermitencias y de oscilaciones de frecuencia y voltaje. La ley en trámite, considera válido un factor de capacidad (o factor de carga) del 42 %, lo cual es otra gruesa falsedad, pues según datos de CAMMESA, el rendimiento promedio obtenido de las eólicas y solares en Argentina, es del 37 % en las eólicas, y un escuálido 21 % en las solares (promedios de los rendimientos reales del período 2012-2014). Compárense esos rendimientos con los de Yacyretá (75 %), Garabí –Panambí (55-60 %), usinas nucleares (80-85 %), para contextualizar la irracionalidad de pretender forzar las instalaciones de eólicas y solares. 

NEGATIVIDADES ECONÓMICAS QUE PRETENDEN INSTALARSE. 

El incremento que pretende hacerse obligatorio en los primeros dos años (en rigor menos tiempo), alcanza el 1.598,15 %, lo cual es no solo incoherente, sino imposible de cumplir en forma ordenada y bien planificada. En 2014 la energía total comercializada por CAMMESA fue de 135.737,3 GWh. Calculando el modesto incremento anual del 3 % acumulativo, que como hipótesis (muy baja por cierto) propone el fundamento que acompaña al proyecto de ley, al 2016 se llega a 144.003,7 GWh. Para 2016, el controversial e irreal proyecto, establece un mínimo de 8 % de energía “renovable amputada”. En 2014, la suma de eólicas y solares, alcanzó el 0,50 % del total de la matriz eléctrica argentina. Aumentar ese porcentaje real alcanzado, a la meta mínima (forzada e irreal) fijada en la ley, para fines de 2016, del 8 %, es por lógica un incremento porcentual del 7,5 % del total de la energía comercializada. Pero eso significará en volúmenes del fluido eléctrico, pasar de 678,99 GWh en 2014, a un piso de 11.520,30 GWh, lo cual significa un aumento de generación “renovable amputada” de 10.851,31. Pasar de 678,99 GWh a 11.520,3 GWh implica un incremento de 1.598,15 %...¡en solo dos años! Evidentemente, es una magnitud incoherentemente elevada, más aún si se pretende dar fuerte participación a las solares, cuyos muy bajos rendimientos, obligarían a aumentar en porcentajes aún mayores la Potencia Instalada (teórica), que la ley pretende hacer obligatoria. 

Queda en claro, que forzando tiempos y magnitudes, con una premura irracional como la expuesta en el proyecto de ley, solo podrá implicar realizar inversiones literalmente al como sea, sin ninguna planificación ni selección de lugares de emplazamientos más favorables ni tampoco considerar si existen en sitios cercanos líneas eléctricas de las características requeridas, para materializar las interconexiones necesarias. Adviértase que esas interconexiones significarán costos adicionales, ocultos pero con toda lógica atribuibles a esas poco eficientes generadoras. Costos que el proyecto de ley pretende también transferir al resto del Sistema Eléctrico, eufemismo que significa, de hecho, transferir esos costos adicionales, directa o indirectamente, a los consumidores y/o contribuyentes argentinos. Y el proyecto acentúa ese rol distorsivo, al pretender con carácter obligatorio, que las “renovables amputadas” acaparen el 20 % del mercado argentino en 2025. 

"Hacer cargar los costos de esa ineficiencia, al Tesoro Nacional, a los grandes usuarios, al resto de los usuarios en forma directa o indirecta, y de última a todo el pueblo argentino, es un postulado aberrante, solo concebible por parte de personas muy poco informadas, que “compran” las verdades a medias y falsedades del ecologismo cavernario..."

Recuérdese que dados los bajos rendimientos de esas generadoras eólicas, solares y similares, en ese contexto de “obligatoriedades”, la Potencia Instalada nominal de dichas generadoras deberá ser mucho mayor, para cumplir las leoninas imposiciones legales. Excepto las eólicas patagónicas, con rendimientos aceptables (pero no exentos de bemoles considerables), la experiencia demuestra que las mismas eólicas radicadas en otros lugares, y otras “renovables…” en general, tienen muy bajos rendimientos. Traducido, generan muy poco en función de la Potencia Nominal Instalada. Para agravar más aún el cuadro precedentemente descripto, considérese que en esos cálculos solo se consideró el exiguo incremento del consumo que los considerandos de la ley tomaron como válido, pero los datos de la realidad (no los de los sesgados informes del ultra ecologismo asociado a los vendedores de eólicas y solares), indican que el crecimiento anual esperable será de al menos un punto porcentual anual acumulativo más. Con ello, los requerimientos de inversiones en eólicas y solares que serían obligatorias en “virtud” de la ley tramitada, serían mayores aún, aumentando costos, erogaciones en subsidios y otras erogaciones varias en interconexiones, nuevas usinas térmicas como sustento de las “renovables amputadas”, etc. Pretender hacer obligatoria y prioritaria la generación de energía eléctrica más costosa y menos eficiente, es una aberración, solo compatible con el cerrado adoctrinamiento ecologista fundamentalista, de corte ultra montano, del que se valen los vendedores de esas ineficientes fuentes de generación. 

Hacer cargar los costos de esa ineficiencia, al Tesoro Nacional, a los grandes usuarios, al resto de los usuarios en forma directa o indirecta, y de última a todo el pueblo argentino, es un postulado aberrante, solo concebible por parte de personas muy poco informadas, que “compran” las verdades a medias y falsedades del ecologismo cavernario, por los militantes adoctrinados con ceguera de esos movimientos pseudo ecologistas, así como por los que de un modo u otro participan del negocio de vender al como sea las ineficientes “energías renovables”, asociados a las cuales –indirecta pero claramente- están los intereses de quienes venden centrales termoeléctricas y de las petroleras transnacionales que de ese modo se aseguran mercado creciente, ante la dependencia extrema de las eólicas y solares, respecto a centrales convencionales para que sirvan de soporte técnico (o respaldo “en caliente” –en marcha-), que cubran los baches de sucesivas paradas imprevistas y nunca programables, así como las irregularidades de frecuencia y voltaje que caracterizan negativamente a esas problemáticas fuentes de generación que son las “renovables amputadas”. La sumatoria de ventajas leoninas que pretende instalar el proyecto de ley en beneficio de unos pocos, es totalmente incompatible con las pobres prestaciones de las ”renovables amputadas”; y tendrá efectos negativos en la Economía Argentina, al provocar fugas de divisas ante las previsibles e innecesarias masivas importaciones de equipos y accesorios –libres de todo gravamen-, así como las erogaciones en el exterior, al provocar de hecho mayores consumos de combustibles fósiles, que hoy y posiblemente por algunos años tendrán un fuerte porcentaje de importaciones, por lo que todo incremento en el consumo ocasionado por las termoeléctricas, inducido a la vez por las “renovables amputadas”, provocará linealmente incrementos en las operaciones de importaciones de combustibles, ocasionando erogaciones de valiosas divisas, tan necesarias para fines más positivos y con reales efecto multiplicadores positivos, no como en este caso, en el cual esas divisas se dilapidarán irremediablemente fuera de nuestras fronteras.

Por otra parte, si se lograran concretar masivas inversiones (de equipos importados) eólicas en La Patagonia, un elevado costo adicional que será consecuencia directa de esa irracional política de promoción a ultranza de las eólicas y solares, será la necesidad de reforzar no solo el parque de generación termoeléctrico, en inmediaciones de las eólicas, sino también en tal caso resultará necesario y muy costoso reforzar fuertemente los Sistemas de Transmisión, en grandes distancias, pues resulta muy dudoso que estén diseñados y sean aptos para semejante sobrecarga adicional, en los elevados volúmenes que el proyecto de ley pretende instaurar como de obligatorio cumplimiento. Entiéndase bien, como las únicas instalaciones capaces de producir grandes volúmenes de energía eléctrica, en el corto plazo, -entre las “renovables amputadas”, son las eólicas patagónicas (los aportes de las solares son insignificantes y de muy baja eficiencia, e incluso las eólicas en otros puntos de nuestra geografía no han demostrado rendimientos relativamente altos como los patagónicos), y las otras tecnologías de “renovables amputadas” son muy inmaduras {hidrógeno, geotermia, etc.}, o de largos plazos de ejecución {mareomotriz}, y las hidroeléctricas que “aceptan” de hasta 30 MW son pequeñas; es previsible que el grueso de las inversiones deba recaer en La Patagonia, y en particular en Chubut, que según estudios tiene un potencial de vientos considerable. Pero el mercado consumidor para esos grandes volúmenes de energía no está en La Patagonia, y trasladar esas grandes masas de fluido eléctrico, requeriría instalaciones de Transmisión muy reforzadas, respecto a la trabajosamente conseguida interconexión. 

¿Quién se hará cargo de esos elevados costos adicionales, y a título de que, el país deberá ser condenado a financiar desmesuradamente a generaciones no eficientes, como la eólica? Deben tenerse en cuenta los múltiples efectos económicos negativos que son esperables, si se sanciona la cuestionada ley:

  • Aumento sideral de las importaciones de equipos eólicos y solares. - Aumento de los consumos de combustibles para usinas termoeléctricas, que deberán instalarse como reservas operativas “en caliente”, para las inestables e intermitentes “renovables amputadas”.
  • Con los puntos precedentes, incidencias negativas en la Balanza Comercial, y sus correlaciones negativas en la Balanza de Pagos, cuyos saldos positivos son esenciales para el modelo económico aplicado desde 2003. 
  • Aumento enorme de los fondos a pagarse en concepto de subvenciones, operando negativamente en la ecuación fiscal, muy perjudicial en una coyuntura en la cual resulta evidente que deben encontrarse los caminos para ir reduciendo los muy elevados subsidios al Sector Energético, que resultaron claves para estimular aumentos de la producción, pero que hoy es necesario disminuir. 
  • Entorpecimientos legales a factibles instalaciones de usinas mucho más económicas, provocados por la cláusula que pretende instaurar un absolutismo prebendario en favor de las “eólicas amputadas”, sin importar nada los costos reales de la energía y sus consecuencias sobre toda la economía. 
  • Aumentos de los costos operativos de los “grandes consumidores”, lo cual provocará inflación, aumento del “costo argentino”, pérdida de competitividad de nuestra economía, y una absurda subvención de todos los argentinos, en beneficio de un puñado de importadores y otros vinculados al negocio de instalaciones masivas de eólicas y solares. 

El amañado concepto de “feed in tariff” (alimentados en tarifas), es otro de los que por la fuerza de las repeticiones pretende imponer el ultraecologismo, en este caso utilizando supuesta “terminología técnica”, que en rigor no es más que un anglicismo que oculta malamente un criterio rebuscado de pretender imponer tarifas subsidiadas, a contrapelo de toda lógica socio económica, en beneficio sectorial de los comercializadores de equipos eólicos y solares. Poner como ventaja supuesta, que “lo que se pague, se pagará en pesos” (frase conceptual, no textual), es otra falsedad, pues el proyecto promociona las importaciones masivas de equipos y accesorios, e indirectamente provocará incrementos de las importaciones de combustibles. 

ASPECTOS ESTRATÉGICOS QUE OMITE O TERGIVERSA EL CONTROVERSIAL PROYECTO DE LEY GUINLE. 


"... la norma legal se orienta a favorecer importaciones masivas 
de equipos y accesorios vinculados 
a las generaciones de las “renovables amputadas”..."

Restarle competitividad a la economía argentina, al imponerle costos mucho mayores, cuyo techo no se especifica, y hacer depender en buena medida al Servicio Eléctrico de generadoras que crónicamente adolecen de marcada intermitencia y de problemas serios de frecuencia y de tensión, además de obligar a realizar muy costosas inversiones en infraestructura al solo efecto de satisfacer los requerimientos que sobrevendrían si se aprobara el paquete de ventajas prebendarias para las eólicas y solares (y eventualmente otras), representa un muy nefasto conjunto de severos condicionantes negativos, que perjudicarían –de ser aprobado- todo el desenvolvimiento socio económico argentino. ¡Y todo, en los hechos, para favorecer específicos intereses sectoriales, que poco o nada aportarán al auténtico desarrollo nacional, pues además de todos esos factores negativos apuntados, la norma legal se orienta a favorecer importaciones masivas de equipos y accesorios vinculados a las generaciones de las “renovables amputadas”! Incluso, tal como está redactado, el proyecto de ley entorpecerá inversiones genuinas, mucho más eficientes y de mayores efectos multiplicadores, como posibles y muy necesarias inversiones en centrales hidroeléctricas y nucleares, que serán desalentadas por la sumatoria de ventajas y privilegios muy exagerados, que la norma en discusión pretende instaurar.

Dudosos beneficios, y muy claros y serios perjuicios, serían las consecuencias directas de la aprobación del proyecto de ley. Queda muy en claro, que para su sesgada redacción, el autor del proyecto y quienes lo secundaron, solo escucharon una campana, la de los vendedores, importadores y otros vinculados con las instalaciones de equipos eólicos y solares. Eso no implica mala fe, pero si falta de competencia y conocimientos en la materia legislada. No consta que hayan pedido opiniones técnicamente fundadas, a organismos técnicos y científicos, de probada capacidad e indudable estatura de probidad, como los que existen en nuestro país, que hubieran brindado otra óptica, sin duda muy diferente, a la aportada por los sectores del ultra ecologismo con libretos foráneos, y los comercializadores de equipos de “renovables amputadas”. 

Los perjuicios que la aprobación de la ley, con las desmesuradas ventajas y “obligatoriedades” desmesuradas a favor de las “renovables amputadas”, pueden llegar a entorpecer o incluso paralizar proyectos estratégicos, como la instalación del Reactor CAREM en Formosa, eventualmente otros reactores similares en otros puntos de nuestra geografía; y lo mismo respecto a diversos proyectos hidroeléctricos que Argentina tiene planificados, y cuyas concreciones nuestro país necesita. Expresar que con la aplicación de la ley, se conseguirán un menor costo de la energía, independencia económica y geopolítica, no es más que un enunciado de “buenas intenciones” que esconde falsedades gruesas e indefendibles. 

CARLOS ANDRÉS ORTIZ 
Analista de Temas Económicos y Geopolíticos 
http://caoenergia.blogspot.com.ar/

Nota original: 

17 de marzo de 2015

La "memoria" en España.


"Muertos por la democracia y la libertad" 

FRANCISCO NÚÑEZ ROLDÁN
17 de marzo de 2015


Así reza una lápida que he leído hace poco, junto a uno de los cementerios de mi provincia, en recuerdo de varios fusilados por los franquistas. Como en muchas de otras geografías españolas, en especial tras la promulgación de la conocida por Ley de la Memoria Histórica. También como paladín de la democracia y la libertad, literalmente, se presentaba ayer en un mitin un tal Pedro Sánchez, en representación de un partido que se autotitula socialista, español y obrero.

Milicianos 'ejecutan' al Cristo del Cerro de los Ángeles
La verdad es algo distinta. No todos de los llamados caídos del bando nacional lo fueron por Dios y por España, si exceptuamos a los religiosos, que sí fueron asesinados llana y simplemente por “odium fide”. Y en lo referido a España, ambos bandos se la arrogaban por suya.

Pero es aún mucho menos cierto que los fusilados por los franquistas lo fuesen por la libertad y la democracia, esos conceptos liberales, burgueses incluso, y muy lejos de las ideologías dominantes en el Frente Popular. Pese a ello, en las dos palabras referidas suelen escudarse los defensores de los perdedores del conflicto para provocar la simpatía y solidaridad del caminante lector que pasa junto al texto en bronce, piedra o cerámica en los camposantos.

Es bueno recordar, de entrada, que en un principio, la sublevación militar fue al grito de “Viva la República”, pero, eso sí, contra el Frente Popular que gobernaba, a su manera, desde febrero de 1936.  Incluso en las primeras semanas, la bandera era aún la misma. A los defensores del Alcázar de Toledo les tuvieron que lanzar una bicolor desde un avión para que la cambiaran, a principios de septiembre del 36, cuando el bando rebelde había recuperado la de Carlos III pero los asediados vivían aún en un comprensible error emblemático.

Sería mucho más verosímil escribir, y como homenaje de los referidos muertos, algo así como “muertos por la dictadura del proletariado, por la colectivización forzosa o por la socialización de la propiedad”, caso de que los fusilados hubiesen pertenecido al PCE, a la CNT-FAI o al PSOE. Pero, claro, esos argumentos, mucho más veraces, levantarían menos simpatías entre bastantes de los transeúntes, que sí se ven reflejados en las palabras anotadas al principio de este artículo.

Y sin embargo, puedo asegurar al lector que, si supieran y pudieran, casi todos los ejecutados referidos se revolverían en sus tumbas de saber las consignas que ahora les cubren. Ni siquiera el ambiguo término de “muertos por la República” es exacto. Republicanos eran Melquíades Alvarez, Manuel Rico Abello o Ramón Alvarez Valdés, ex ministros y ex diputados asesinados en la cárcel Modelo de Madrid en 1936.  No bastaba con ser republicano, o al menos no durante la guerra. Los republicanos liberales eran más perseguidos y asesinados en el bando leal que en el rebelde, en el cual se mató a poquísimos de ellos.

Vengo de leer el buen trabajo de Sánchez Tostado sobre las víctimas de la guerra civil en Jaén. El libro es bastante completo en cuanto a cifras, aunque algo subjetivo en el texto, creo. Lo prologa Paul Preston, como se sabe muy poco sospechoso de simpatía por el franquismo. 

Pongo Jaén como podría poner cualquier provincia que hubiese pasado la guerra con la República y hubiera sufrido la represión franquista después. El texto referido da unos dos mil muertos durante el periodo frentepopulista y unos tres mil tras el fin de la contienda. Son números estremecedores, de acuerdo, pero ocurre que, salvo las víctimas por algún bombardeo, todos los asesinados durante la guerra en la provincia, todos, lo son simplemente por ser derechistas, es decir, por ser maestros, funcionarios, propietarios, abogados, agricultores, amas de casa, sacerdotes o monjas, gravísimos delitos estos dos últimos, como se sabe, y que llevaban al paredón o a la cuneta por el mero hecho de ejercerse.  Y conste que quien esto escribe no es persona precisamente de comunión diaria. Ni siquiera anual.

Los muertos en la provincia después de la contienda son, en su casi totalidad, por haber matado, por haber mandado o incitado a matar, o por haber permitido matar arbitrariamente durante el ejercicio de algún tipo de autoridad. Creo que existen pues algunas diferencias, y todo ello, repito, sin quitar un ápice de dolor y rechazo a todas las muertes de nuestra bárbara guerra civil.

Pero vuelvo al principio de estas líneas trayendo a colación a los clásicos del pensamiento revolucionario. ¿Qué dirían Marx, Bakunin, Lenin, Largo Caballero, Negrín o Stalin al ver que quienes cayeron por sus ideas están ahora lapidariamente justificados por citas en las que se ensalzan aquellas burguesas y deleznables formas de gobierno contra las que ellos escribieron y lucharon, cada uno en la medida de su poder?

Nada bueno, seguro.



1 de marzo de 2015

¿Y el "sujeto revolucionario" dónde está?

Nuevo paradigma del sujeto transformador... Nuevo paradigma del cambio social 
José Vicente Pascual
27-2-2015


Una dictadura se diferencia de una democracia en que en una dictadura se sabe quién manda, y en una democracia se sabe quién no manda.

Charles Bukovski
La senda del perdedor

Antonio Berni: La manifestación - 1934
¿Quién piensa hoy en “la clase obrera” como agente revolucionario? ¿Quién cree realmente que en estos tiempos, tal como Marx, Lenin y todos los teóricos del socialismo científico sostenían, el proletariado es la vanguardia dirigente de los trabajadores en la lucha de clases, ante cuyos intereses estratégicos deben quedar supeditados los del resto de sus aliados en la batalla contra el capital?.

Img.: Ricardo Carpani

Hace un par de años, un antiguo compañero (en otro tiempo camarada, hoy reconvertido al socialfeminismo zapaterista o algo así), me decía: “Cómo nos engañaron... Nos hicieron creer que el sujeto protagonista de la revolución era esa excrecencia de la burguesía, sin sustancia común, que es la mano de obra industrial, un conglomerado de gente desenraizada sin apenas capacitación profesional que están deseando dejar la fábrica para volverse al pueblo”.

La inquina de mi amigo contra el concepto idealizado del proletariado era más sentimental que racional, desde luego, como si le doliese en el alma que los modélicos, robustos, valerosos proletarios que exhibía la iconografía marxista de nuestra juventud, hubiesen resultado al final incapaces de ponerse al frente de la revolución, apoltronándose, más entusiasmados por el fútbol que por la asamblea de fábrica y la huelga general. Frustrados los antiguos ideales, la respuesta emocional y psicológica que parece más sencilla es desacreditar a quienes los encarnaban.

Sin embargo, pensaba yo, si la teoría marxista erraba en la caracterización del proletariado como clase hegemónica en torno a la cual debía articularse la lucha anticapitalista y construirse la nueva sociedad redentora de la humanidad... ¡Entonces fallaba todo el entramado, todo el sistema, desde la primera a la última premisa!

Claro está que la experiencia histórica (eso que algunos obcecados, los que todavía “llevan el muro de Berlín en sus cabezas”, llaman experimento), demostró de manera dramática hasta qué punto la ilusión de un proletariado dominante en sociedades de economía planificada, con propiedad estatal de los medios de producción y ejercicio efectivo de la “democracia obrera”, conducía de manera inexorable a la dictadura de la burocracia imperante en el partido, con sus naturales consecuencias liberticidas y, por supuesto, el reparto equitativo de la mayor miseria que han conocido las naciones europeas desde la revolución industrial burguesa, a finales del XVIII. Ejemplos quedan en el mundo, no muchos por fortuna, de aquella aberración denominada “dictadura del proletariado”. El grado de indignidad y pobreza al que han llegado estos infelices países no empece que algún que otro iluminado continúe defendiendo sus supuestos “avances” y su “resistencia al imperialismo” y, en fin, todo ese discurso antiguo y roñoso, de una moralidad de sala de interrogatorios, que empezamos a detestar hace cuarenta o cincuenta años y que hoy día sólo convence a dos clases de personas: las que tiene pocas luces y las que viven de ese cuento, que las hay. Allá cada cual.

Nuevos modelos: De Lenin a Pablo Iglesias
El problema se presenta, históricamente, cuando en los partidos de la izquierda, de inspiración obrerista, así como en los sindicatos, se produce la sustitución (acaso suplantación), del viejo modelo del buen proletario consciente y coherente hacia la enorme responsabilidad histórica que compete a su clase social, por una serie de sectores de extracción pequeño burguesa, mucho más ágiles intelectualmente, más capacitados para la lucha interna por el poder en aquellas organizaciones y con mejores perspectivas de conseguir votos en unas elecciones.

No olvidemos que la sustitución del sujeto revolucionario supone el cambio de métodos para la toma del poder y transformación de la sociedad. Del insurreccionalismo al parlamentarismo hay un paso importante: ya no se trata de tomar el Palacio de Invierno sino de conseguir mayorías que hagan posible el cambio por la vía pacífica, democrática y, a ser posible, legal.

"Indignaos": nuevos sujetos
Poco a poco, inevitablemente, la política anticapitalista de los partidos y sindicatos fue mutando hacia una lucha sectorial, vinculada a los intereses de cada segmento específico, todos con el mismo rango estratégico y la misma importancia táctica. De tal modo, la lucha de los obreros de las fábricas por conseguir mejoras laborales, evitar despidos, etc, se nivela con las reivindicaciones vecinales, las movilizaciones campesinas, las protestas de los trabajadores autónomos, el clamor de feministas, homosexuales, transexuales, etc, por la igualdad de derechos; así como de las mujeres divorciadas, las parejas de hecho, los ecologistas de todo color, los empleados públicos de cualquier sector, los transportistas, las minorías religiosas, los parados, las mayorías religiosas, los jubilados, los consejos escolares, el alumnado tanto colegial como universitario, los inmigrantes, los dependientes de comercio, los empleados de banca, los accionistas de Banesto y los perjudicados por las preferentes, los ejecutados hipotecariamente, los que compraban sellos al Forum Filatélico... Todos. El núcleo proletario y el objetivo histórico común se disgregan al tiempo que las raíces de la protesta se multiplican y atomizan hasta impregnar cada partícula de la sociedad. Todo el mundo tiene algo que reivindicar.

Nuevas "sujetas"
El resultado: una sociedad instalada en permanente estado de queja, sin propuesta de organización global alternativa (tampoco olvidemos el fracaso de los experimentos en los “estados obreros”), que exige a los gobernantes dos cosas simultáneas y, como parece demostrado, imposibles de verificarse al mismo tiempo: que el sistema funcione y que todos estemos a salvo de los inconvenientes de ese mismo sistema.

Así, con este método de “quitar aquí para tapar allá”, han ido capeando la situación las clases dirigentes y los partidos tradicionalmente sujetos al poder, en Europa y el mundo occidental en su conjunto. El cambio del sujeto transformador, el giro en la perspectiva estratégica, la reversión de objetivos (del Estado Obrero y El Socialismo Democrático al Estado del Bienestar), así como el anhelo un tanto pueril de un presente y un futuro “cómodo para todos”, convirtió la acción política, tanto por parte de la derecha como de la izquierda, en algo maleable, ajustable, negociable conforme a los intereses difusos, cambiantes, cíclicos, de la nueva mayoría social a cuyo beneficio se gobierna: la pequeña burguesía.

Los pomposos declamados de algunos sociólogos e historiadores sobre “el fin de la historia”, en el fondo se referían a este fenómeno tan doméstico, de una simplicidad de peluquería de caballeros, esas donde se lee la prensa deportiva y se habla de mujeres: las clases medias son mayoritarias; y como resulta que tal conglomerado no tiene un proyecto común de sociedad ideal, la historia queda desprovista del atributo que el marxismo le había concedido tradicionalmente: tener un sentido, una meta, un devenir inevitable que se denominaba, por su nombre “científico”, “fase superior del comunismo”. Por desgracia para quienes sufrieron la puesta en práctica de esta teoría, la “fase superior del comunismo”, definida por el principio distributivo de “a cada cual según sus necesidades” (1), les tocó soportar la fase inferior de la infamia, el expolio de la riqueza de sus naciones a mayor lucro de la “vanguardia del proletariado”, es decir, el partido y sus burócratas; la pobreza y miseria espiritual para los sumisos y la cárcel, a menudo la muerte, para los disidentes. Al final, los estados obreros, las democracias populares, las repúblicas democráticas que se mantuvieron en Europa hasta hace apenas dos décadas, sólo consiguieron ser lo que no podían dejar de ser: estados policiales organizados sobre el adoctrinamiento y la represión, concebidos para producir bienes que servirían a la doble causa del intercambio en la zona de regímenes afectos y el enriquecimiento escandaloso de las tiranías dirigentes en aquellas desgraciadas sociedades.

Ese es el destino natural de toda civilización desarrollada pero inerme ante sus contradicciones, que además entrega su tutela moral y planificación económica al Estado todopoderoso. El linchamiento y sacrificio de muchos millones de personas en aras del experimento no fue, en esencia, una cuestión de comunismo vs capitalismo/imperialismo, sino la expresión y consecuencia de un quiebra dramática: la de la confianza y voluntad de una civilización en seguir siendo (2).

El experimento que no fue
Img.: Yusnaby
Nunca hay vacíos de poder, ni tierras de nadie. Cuando una sociedad renuncia a sí misma, alguien tomará el Estado, el poder y lo que apetezca de esa sociedad vencida. Cuando los visionarios de la revolución logran convencer a las masas, es porque la derrota ante la historia ya se ha producido. La revolución no crea, nunca, un mundo nuevo. Se conforma con improvisar una chapuza, utilizando los escombros del pasado y la mano de obra desmoralizada de quienes fueron devorados por la renuncia al futuro.

El proletariado no tiene patria, afirmaron siempre los teóricos y activistas de la izquierda clásica.

La pequeña burguesía, tampoco.

La diferencia entre un enunciado y otro se encuentra en que “el proletariado no tiene patria” es expresión de un anhelo internacionalista, una concepción de los avances histórico-estratégicos de esta clase social como tarea que involucraría a toda la humanidad en su gran marcha hacia la liberación. Que la pequeña burguesía, mayoritaria, hegemónica entre las clases trabajadoras, no tenga patria, es fenómeno que entraña menos grandilocuencia y del que se deducen consecuencias menos tremebundas. Significa, por lo sencillo, que el ideal social del buen pequeño burgués, en el que todos estarían más o menos de acuerdo, es una vida apañadita, sin sobresaltos, articulada en torno al bienestar familiar, con empleos estables y bien retribuidos, hipotecas baratas, escuelas donde las madres y padres de los alumnos tengan voz y voto en todos los asuntos docentes y, además, se apruebe a los críos por portarse bien; poder cambiar de coche cada cuatro años, veranear en algún sitio agradable, que se les atienda sin dilación cuando se ponen enfermos y que el premio gordo de la lotería caiga siempre muy repartido.

Sospecho que Marx se equivocaba. El proletariado sí tiene patria. Quienes no tienen patria son la burguesía y el capital. Y si a estas alturas necesitásemos argumentar la última afirmación, todo sería muy triste.

Quien tampoco tiene patria, seguro, es la pequeña burguesía, esa clase social que no es sensu estricto una clase social sino una amalgama de segmentos y grupos engarzados de distintas maneras al sistema productivo, con intereses que a menudo confluyen con los de la clase obrera, en otras ocasiones con la mandamasía burguesa, y en determinadas circunstancias entran en conflicto con ellos mismos, su núcleo soluble de posiciones débiles, sujeto con pinzas a la realidad por el voluntarismo paleocristiano de individuos diluidos en el pasmo de la historia.

Como son mayoría y, por lo general, ejercen el poder político, la apariencia del mundo occidental civilizado es la de una gran resaca tras un fiesta que nadie vivió. Un lío. Una empanada de bondad y mala leche, egoísmo recalcitrante y solidaridad ruidosa. Lo mismo se indignan que les toca la primitiva; un vaivén de feria y fiestas patronales que van desde la noria nacionalista a la euforia revolucionaria, pasando por la primera comunión de la niña y las vacaciones románticas en Cancún. El mundo es fofo y feo porque en su manifestación cotidiana lo manejamos nosotros, los benditos pequeñoburgueses; si hay algo que nos define es que, en efecto, somos feos, fofos de principios, dispersos de intereses y mudables como una bolsa de Mercadona en un vendaval.

La pequeña burguesía, hasta hoy, no ha aspirado a dirigir la sociedad sino a que alguien la administre en su nombre, conforme a esos débiles intereses comunes que no cohesionan con mínima solidez a los diferentes sectores que la integran, pero en los que, generalmente, van a ponerse de acuerdo. Por otra parte, el que la inmensa mayoría de los políticos, en todas las instancias del poder, provengan de esa extracción social, ha facilitado esta entente histórica entre las clases medias y sus dirigentes institucionales y/o partidistas y sindicales. De tal forma, en el transcurso de las últimas décadas se ha ido generando una ideología oficial “de buenas personas”, lábil por naturaleza pero seductora por su simplicidad, que integra el cuerpo teórico de lo que Alain de Benoist denomina el “Pensamiento Único”. Lo políticamente correcto e ingenios afines se nutren de la “ideología de género”, la neolengua “no sexista” y mucho menos racista, el “antibelicismo” y otras chapuzas cristianoides de honda raíz moralista, las cuales, precisamente por serlo, por la presunción de autoridad y superioridad ética de la que parten, no han tenido reparo en postularse como ideario obligatorio. De hecho, los grupos de presión más activos en los sectores más montaraces de esta nueva clase dirigente, consiguen con frecuencia convertir en ley sus convicciones moralistas; esto último supone una concesión del Estado que nunca merma los privilegios reales del poder real, de los auténticos dueños de la sociedad, pero que mucho incomoda a quienes descreemos de esta ñoña e infantilizada avalancha de pensamiento buenista, la nueva religión y el credo incontestable de “los pequeños burgueses horrorizados ante los abusos del capitalismo” (3).

Con perdón por el excurso, no me resisto a poner un ejemplo de cómo funciona este pensamiento único, qué mecanismos utiliza para vincular voluntades a su perpetuo estado de vigilancia y adoctrinar en sus “valores” a los individuos desde la infancia:

Desde hace muchos años, una asociación antibelicista de la ciudad donde he vivido bastantes años, organiza cada navidad, con toda propaganda y fervor, una solemne “Quema Pública de Juguetes Bélicos”. El despropósito sería risible, por lo ridículo, si no fuese por el siniestro resultado de la hoguera, a la que acuden ilusionadas criaturas de tierna edad para arrojar a las llamas aquellos juguetes que sus satisfechos padres consideran inadecuados. Ser antibelicista y adiestrar a los niños en la costumbre de la hoguera purificadora es una barbaridad que sólo veríamos lógica, aunque no admisible, en países furibundamente integristas. Pero como nadie dice nada, como manifestarse en contra acarrearía las iras y descalificaciones de los fanáticos del aquelarre, pues ahí siguen, año tras año, perpetrando su auto de fe, con la infancia como testigo, aprendiz y víctima de estos descerebrados.

Esa es la sociedad que la mayoría pequeño burguesa ha visto como cosa natural, perfectamente razonable, durante mucho tiempo: un batiburrillo entre bondad e inquisición, nobles intenciones y ariscos ademanes, causas pequeñas merecedoras de terribles lamentos... Una sociedad sentimentalmente adherida a la “respuesta feminoide e histérica ante lo trágico de la existencia” (4).

Aunque todo lo anteriormente expuesto ha perdido cierta vigencia, al menos ha decrecido en intensidad propagandística porque la crisis económica de 2008 nos devolvió a la realidad de una manera tan traumática que, como es lógico, la gente y la ciudadanía no está por perder el tiempo con naderías, por muy vistosas que sean.

El ideal pequeño burgués, decíamos, era vivir a sosiego sin necesidad de alterar el sistema, anhelo fundado en la confianza en que los administradores del mismo sistema, los políticos y gente “influyente”, eran “de los suyos” y gobernaban pensando en ellos y en su sagrado bienestar.

Pero sucedió que la fuerza tranquila hasta entonces del sistema, el capitalismo explotador al que todos suponíamos adormecido, satisfecho con sus ganancias y sin irritarse demasiado por el ripio de los impuestos, sufrió una evolución interna que nadie había sabido prever. El fenomenal escándalo de Lheman Brothers (en conjunción con otros factores íntimamente relacionados con la especulación financiero-inmobiliaria en los USA), alcanzó a todos los países de economía de libre mercado, llevó a la ruina a innumerables entidades financieras y crediticias, empobreció de golpe a centenares de miles de familias y, lo más grave de todo, puso en evidencia el rasgo más temible de esa transformación del capitalismo: su base de beneficios ya no se nucleaba en torno a la producción de bienes, la actividad fabril basada en la inversión de capital y medios de producción y atendida por mano de obra más o menos cualificada y más o menos bien pagada. El capitalismo había ascendido un peldaño en su maquinaria extractora de beneficio para, curiosamente, retomar un antiquísimo y eficaz método que los estudiosos conocen como “modo de producción asiático” (5). No me refiero con esta definición a la tendencia a trasladar los centros de producción de las grandes corporaciones a países del oriente, para ahorrar en costes de materiales y salarios. El modo de producción asiático es otra cosa. Se trata, en esencia, de organizar el mercado sobre el monopolio político (el poder despiadado), de los medios de producción necesarios para la elaboración de bienes. Históricamente, estos medios eran el agua, las semillas, la tierra, la licencia para la forja de herramientas y construcción de maquinaria...

Alertados por la necesidad de frenar el crecimiento de China como imparable potencia capitalista, cuyo único punto débil es la dependencia energética, e inspirados por la descomunal acumulación de capital proveniente del comercio de petróleo, sobre todo el crudo obtenido en los países del Golfo Pérsico (tradicionales aliados de los USA en el negocio), el capitalismo ha decidido recambiar su original naturaleza productora por la nueva índole especulativo-financiera. Lo importante ya no es fabricar mucho y vender mucho (modelo chino), sino controlar la producción y comercio del petróleo (modo asiático) y disponer de mucho dinero, aunque sea dinero contable, no físico, inflacionista, sin más consistencia que su capacidad especulativa, para mantener sujetos a los mercados y, de paso, amargar la vida de los infelices sometidos al sistema.

Se acabó el bienestar porque el bienestar se paga con dinero, y los Estados, al igual que los particulares, recurren al mercado de la deuda cuando necesitan dinero. Ese mercado, en 2008, se vino estrepitosamente abajo; y al día de hoy se encuentra, digamos, demasiado fiscalizado. Ya no pueden acudir nuestros gobiernos alegremente a colocar deuda, toda la que haga falta, para pagarla al interés que sea, y de esta manera conseguir liquidez que permita mantener el gasto sin fin del bienestar social. Ahora la deuda es asunto muy delicado, medido, milimetrado y supervisado, examinado con lupa para que no sobrepase los límites de “riesgo” y las restricciones de endeudamiento dispuestas por la Unión Europea.

Se acabó el sueño de una sociedad feliz donde el trabajo y el capital convivían pacíficamente porque, entre ambos, existía la benévola mediación de una clase política muy apta para la tarea de convencer a los ricos de que se desprendan de una parte de su opulencia, repartirla entre los menos ricos, a través de sanas políticas de atención a la ciudadanía, y, de esta forma, garantizar la paz social. Todos contentos. Pero ese sueño, decíamos, se acabó.

Como consecuencia del desastre, hay un cambio extremo en la forma en que la mayoría social percibe sus condiciones existenciales por relación al sistema:

-El capitalismo ya no es un mal menor, casi neutro, soportable y en la práctica neutralizable gracias a “las políticas sociales” y otras ventajas obtenidas por los intermediadores políticos en quienes todos confiaban. El capitalismo pasa a ser un monstruo despiadado, insaciable, que se alimenta con inusitada codicia de la miseria y el sufrimiento de la población.

"Ahora los bancos son sanguijuelas, bandas de ladrones organizados gracias a una legalidad que consiente sus fechorías..."

-El sistema bancario, rescatado con el dinero de todos para que pudiese seguir funcionando y que el crédito no quedara asfixiado durante décadas, ya no es el amable componedor que prestaba dinero en condiciones favorables, financiaba a la pequeña empresa, la compra de inmuebles, el consumo familiar, etc. Ahora los bancos son sanguijuelas, bandas de ladrones organizados gracias a una legalidad que consiente sus fechorías, desalmados que ejecutan los créditos hipotecarios, dejan a las familias en la calle y son responsables morales de que algunos ciudadanos se hayan quitado la vida, por no poder atender sus deudas, haber perdido su casa y dramas parecidos.

-Por último, los políticos. No importa a qué partido pertenezcan, si son de derechas, de izquierdas, centristas... Da lo mismo. Son todos unos corruptos. “La casta política”, incapaz de gestionar un flujo razonable de medios dinerarios y servicios hacia la población (por la sencilla razón de que el dinero se ha esfumado y los servicios se pagan, justamente, con dinero), dejaron hace mucho de ser nuestros “representantes” para convertirse en nuestros enemigos, una “casta extractiva” que vive opíparamente instalada en sus privilegios, endogámica, incompetente, ociosa, despilfarradora, ignorante e insensible hacia los males de la ciudadanía. Cuantos más casos de corrupción política, agios, chanchullos, nepotismos, prevaricaciones y corruptelas son descubiertos y llevados ante la autoridad judicial (a menudo con espectaculares despliegues policiales), más se consolida la presunción popular de que nuestra clase política está básicamente integrada por una panda de sinvergüenzas y saqueadores.


"...los políticos. No importa a qué partido pertenezcan, si son de derechas, de izquierdas, centristas... Da lo mismo. Son todos unos corruptos."

Políticos
Img: Pawel Kuczynski
A la vista de semejante panorama, la previsión de cambios sociales decisivos que resuelvan el atolladero en que se encuentran las clases medias, ha cambiado necesariamente su perspectiva. Por mera lógica, el discurso se radicaliza.

Ya nadie confía en llegar poco a poco, en sosegado avance del progreso, la racionalidad, el igualitarismo y el desarrollo integral de los derechos humanos, a una sociedad justa y equitativa, tanto en sus leyes como en su realidad efectiva.

El mensaje socialdemócrata sobre la posibilidad de construir un mundo casi perfecto mediante reformas paulatinas y prudentemente graduadas, interesa cada vez a menos personas. No digamos el discurso liberal sobre la garantía de igualdad de oportunidades, la recompensa a los mejores, primar el esfuerzo y el trabajo sobre cualquier otra consideración, etc.

A la socialdemocracia se la contesta con la evidencia: dos siglos de “poco a poco” nos han conducido a este erial. Al liberalismo, se le rebate con una sencilla argumentación: ¿Quién, en su cabal criterio, puede creer en la igualdad de oportunidades, cuando vivimos en una sociedad que, estructuralmente, determina que los ricos sean cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres? Hablar de igualdad de oportunidades, del valor del esfuerzo y el trabajo (quien lo tenga), es un mal chiste, hoy, en España.

¿Qué alternativas quedan, entonces? Parece claro que una parte significativa de la población está decidida a “romper la baraja”. Empezar de cero. Cuestionar la jefatura del Estado hereditaria, la vigencia de la Constitución de 1978, la ley electoral, la organización territorial del Estado (y, por tanto, el alcance y modo de ejercer la soberanía nacional), las relaciones con la Unión Europea, las condiciones de integración en la “zona euro”... Todo conduce a lo dicho: repensarlo todo y comenzar de cero.

Por supuesto, nadie negará a nuestros conciudadanos su derecho soberano a, efectivamente, restablecer las bases mismas del Estado sobre un modelo distinto al actual. El problema surge, según el humilde criterio de quien redacta estas páginas, cuando nos detenemos a reflexionar y nos damos cuenta de que, se mire por donde se mire la cuestión, siempre se llega al mismo tope en la posibilidad real de efectuar transformaciones reales: no es el Estado, sino el sistema lo que no funciona, quien hace infelices a las personas, genera desigualdad e injusticia y nos condena al perpetuo lamento de nuestra condición de esclavos de la libertad (6).

Derechos ciudadanos
Img: Pawel Kuczynski
Se puede formular el Estado de cien maneras diferentes sin que el sistema, el modo de producción capitalista en su versión del siglo XXI, altere lo más mínimo su esencia y sus mecanismos de dominación sobre las masas. Pensar entonces en soluciones drásticas, una ruptura esencial con el pasado en búsqueda desaforada del control sobre elfuturo, sin tener perfectamente definido y asumido cómo se va a transformar el sistema sobre el que medra y se asienta el denigrado Estado, parece una enorme temeridad.

El dicho popular nos remite a “librarse del fuego para caer en las brasas”. La sabiduría del mundo clásico aconsejó a Odiseo amarrarse al mástil y taponar con cera los oídos de sus nautas antes de acercar la embarcación que comandaba a los roquedales donde se escuchaba el canto de las sirenas. La actitud y determinación de librar este envite al “todo o nada”, ya digo que extendida entre mucha gente segura de no tener nada o casi nada que perder, contraviene desde mi punto de vista todo lo aprendido tras dos siglos y medio de contestación al sistema burgués; pues parece necesario decirlo, se trata de eso y nada más, ni menos: asaltar el imperio planetario de la burguesía, una clase social que en el siglo XVIII se decía revolucionaria y hoy organiza la miseria en todo orbe conocido.

Tanto los teóricos expertos en dinámicas sociales como la experiencia histórica nos advierten de que, cuando se anhela y planifica un cambio esencial, estructural, en los modos de articulación y ejercicio del poder, es preciso tener bien presentes y con mucha claridad definidas tres cuestiones elementales: qué queremos, cómo lo vamos a hacer y cuál es la relación de fuerzas; es decir: con quién contamos para hacerlo y qué posibilidades hay de que la concienciación de nuestros partidarios no se quiebre ante las primeras dificultades.

Sobre esto último, y para concluir el artículo, me remito de nuevo a una anécdota que creo ilustrativa al respecto. Cuando en 2010 el gobierno de José Luis R. Zapatero anunció la reducción del 5% del sueldo de los funcionarios públicos, así como la supresión de una paga extraordinaria, un buen amigo, profesor de instituto, escritor, novelista, poeta y crítico literario, hombre de edad no provecta pero sí lo suficientemente madura para no asombrarse ya de nada y no desesperarse por nada, me telefoneó, “abrumado” por el ambiente que esa mañana había presenciado en la sala de profesores del centro donde él impartía clases de literatura. Me dijo: “Lo malo no era la indignación general, el desánimo, la furia mezclada con la depresión colectiva... Lo malo era que todos ellos, mis compañeros, daban impresión de haber sido expoliados en lo más importante de sus vidas. Si les quitan un trozo de salario, un porcentaje de su dinero, se lo quitan todo. Los desposeen de lo único que tienen y que merece la pena. Eso es lo que les acaban de robar: su razón de ser y estar en el mundo. Todo”.

No voy a ponerme en plan suficiente, ni se me ocurriría comentar y mucho menos analizar aquellas palabras de mi amigo, de por sí tan desazonantes como clarificadoras. Me limito, de nuevo, a citar un dicho popular, recomendando a los partidarios del “todo o nada” que se detengan cuanto sea necesario en su significado verdadero: “Con estos mimbres, mal cesto haremos”.
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(1).-En una reciente entrevista televisiva (El Objetivo, La Sexta TV), Pablo Iglesias (Podemos) afirmaba con rotundidad que “la renta básica universal” prevista en el programa de su partido, se aplicará siguiendo el principio de “a cada cual según sus necesidades”. Esta formulación de intenciones, bajo crítica de cualquier teórico del “socialismo científico”, causaría sonrojo por su simpleza, ingenuidad y voluntarismo: lo que en otros tiempos, cuando estos asuntos se trataban con otro rigor teórico, se denominaba “la obsesión del izquierdismo por quemar etapas”.
(2).-Xavier Zubiri definía la Historia como “una voluntad de ser”, formulación avanzada y desarrollada por los filósofos alemanes de la “revolución conservadora” y, en España, por Ortega y Gasset.
(3).-V.I. Lenin. ¿Qué hacer?
(4).-F. Nietzsche. La genealogía de la moral.
(5).-Arturo R. Rodríguez y otros, Primeras sociedades de clase y modo de producción asiático. Ed. Akal, 1979.
(6).-Parafraseando a Javier Ruiz Portella, autor de Los esclavos felices de la libertad. Ediciones Áltera, 2005.