26 de agosto de 2012

Distopía argentina


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Una distopía es una utopía perversa, donde la realidad transcurre en términos opuestos a los de una sociedad ideal. El término fue acuñado como antónimo de «utopía» y se usa principalmente para hacer referencia a una sociedad ficticia, frecuentemente emplazada en el futuro cercano. Dos de las más conocidas son Un mundo feliz (1932), donde Huxley nos describe un mundo de "esclavos felices" (1), y 1984 -publicada en 1949- de Orwell, con su mundo totalitario y de esclavos sometidos (2).

Los textos basados en distopías surgen como obras de advertencia y guardan mucha relación con la época y el contexto socio-político en que se conciben.

Muchas décadas después de haber sido publicadas las dos obras mencionadas, vemos como muchos de los hechos imaginados en la ficción por los autores, ya sea el conformismo de las masas por el condicionamiento psicológico, el hedonismo o la reingeniería social de Un mundo feliz, o por la cada vez mas omnipresente vigiliancia del Gran Hermano de 1984, se van dando en los hechos.

LA DISTOPIA ARGENTINA

Imaginemos que estamos allá por 1970, y alguien escribiera algo parecido a ésto, y lo confrontáramos con nuestra realidad actual:

«...El Plan en sí es muy sencillo, pero es compleja su ejecución, porque deberá ajustarse a las circunstancias que ahora analizaremos concretamente.

«Teniendo en cuenta las consideraciones previas, ... haciendo citas concretas del Derecho Internacional existente y su aplicación en este caso, recomiendo su minucioso estudio. Debo advertiros que no puede ni debe haber errores en su ejecución.

«Estamos viendo, cada vez con mayor frecuencia, que nuevas naciones surgen en el concierto mundial. Para que ello ocurra debe existir un motivo. Si este motivo no existe, hay que crearlo. Para crearlo es necesario planificar, organizar y preparar su ejecución.

«No habrá oportunidad más propicia que la actual. Todo, absolutamente todo dependerá de nuestra habilidad en esta emergencia.

«Estamos viendo que, en este momento, ese “motivo determinante” no existe. Para crearlo, la situación nos favorece. Sólo queda en principio PROFUNDIZAR EL CAOS YA EXISTENTE, FOMENTAR LA CONFUSIÓN, INTENSIFICAR LA CORRUPCIÓN, ESPECIALMENTE EN EL CAMPO POLÍTICO, ADMINISTRATIVO, CULTURAL, ECONÓMICO Y SOCIAL.
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«En el campo económico debemos acrecentar la corrupción administrativa e ilegal, fomentar y profundizar el agio y la especulación, llevar la miseria y la injusticia a sus últimos extremos, especialmente en los pueblos comprendidos dentro de la zona de de  nuestro interés, provocando desde la Capital Federal el arrasamiento de los derechos federales de las Provincias, reprimir con violencia todo acto que signifique reacción o acción de autodefensa por parte del pueblo.

«En estas violentas represiones es de primerísima necesidad que sean utilizadas tropas de las Fuerzas Armadas, especialmente de Ejército, porque eso producirá el enfrentamiento con el pueblo, llevándolo al desprestigio. En consecuencia, provocará el debilitamiento moral de sus integrantes. Un profundo proceso de desintegración a que serán sometidos por vía del Gobierno, provocando sucesivos enfrentamientos en sus senos, con lo que se logrará la caotización de sus cuadros y la corrupción de su disciplina, llegando así al más mínimo nivel de rendimiento y eficiencia.

«Es fundamental que la Opinión Pública y todas las fuentes de difusión estén en nuestras manos, que vayamos copando las calles paulatinamente, ofreciendo luchas. Apresurar el Movimiento Socialista, Comunista y organizar sin demora sus fuerzas.

«HAY QUE LOGRAR LA INTEGRACIÓN DEL MOVIMIENTO PERONISTA A NUESTRO SOCIALISMO, desencadenando al mismo tiempo, una violenta represión y persecución contra el mismo. Estas últimas medidas se llevarán a cabo desde el más alto nivel gubernamental.

«Como es sabido, la corrupción, la miseria, la injusticia, la represión violenta engendran el odio y la reacción. El odio y la reacción engendran la desesperación. Ésta engendra la determinación de luchar, de venganzas y de acción, sin reparar contra quién ni en las circunstancias. Entonces, todos vuestros trabajos convergerán en estos objetivos, regulándolos paulatinamente en el tiempo. Esto es: la injusticia, el hambre, la miseria, la corrupción, la persecución y la cárcel, el arrasamiento de los derechos de las Provincias involucradas, con derivación en todo el territorio del país.
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Hasta acá, parece un libro basado en la historia argentina reciente, pero no se vayan, que ahora viene lo mejor:
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«Entonces, mis hermanos, aquí están los factores determinantes para que esos pueblos y esas Provincias, cansadas y hastiadas de tantas indignidades y de la más espantosa miseria, llevadas a sus últimas consecuencias, tomarán en conjunto la más tremenda determinación: romper todo vínculo con el Gobierno Federal, proclamar su independencia como una Nación libre y soberana y solicitar de inmediato a los Organismos Mundiales su reconocimiento como tal. Reconocidas por ellos y por las 4 Grandes Potencias Mundiales, dicho país ya estaría definitivamente constituida y su soberanía asegurada.

«La Argentina estaría imposibilitada de recuperar las Provincias, porque:

1) «El Pueblo Argentino estará sumido en la más espantosa confusión.
2) «Su Economía desquiciada.
3) «Con la amputación del territorio con la mayor riqueza mineral, Argentina habrá quedado convertida en simple campo de pastoreo. No tendrá qué ofrecer para obtener créditos o ayudas de los Bancos Mundiales.
4) «Quedará sin abastecimiento ni reservas de combustibles. Todos sus centros de producción estarán dentro de los límites del nuevo país.
5) «Será bloqueado todo intento de abastecimiento exterior.
6) «Sus Fuerzas Armadas actualmente cuentan con una provisión de combustibles para dos jornadas. Estarán imposibilitados para trasladarse y operar contra el nuevo país.
7) «En el supuesto caso que, no obstante estos inconvenientes, lograra Argentina organizar un deficiente Ejército y con él pretenda invadir al nuevo país, no podrá hacerlo, porque estaría atacando a una Nación, libre e independiente reconocida internacionalmente como tal.
«Esto daría lugar a que las Fuerzas Armadas internacionales desembarquen y tomen posesión en defensa de las fronteras de esta nueva Nación de acuerdo con tratados internacionales existentes. Con esto, la nueva nación estará definitivamente constituida y su soberanía asegurada.

«Como habéis visto, la misión que vosotros tenéis el honor de realizar es compleja y de extraordinaria importancia».
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Si alguien hubiera escrito un libro así, una descripción tan acertada de lo que pasó en estas décadas en la Argentina (y un pronóstico de lo que todavía falta), sería considerado hoy una muy buena "distopía". 

Lamentablemente, alguien lo escribió, y fue divulgado en 1971 por Walter Beveraggi Allende. Se lo conoció como PLAN ANDINIA, y atacado por "antisemita", como será acusado de antisemita cualquiera que lo divulgue hoy. Yo, por las dudas, no hablo del Plan Andinia, sólo de una "distopía" que leí alguna vez.

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(1) En Un mundo feliz la guerra y la pobreza han sido erradicadas, y todos son permanentemente felices. Sin embargo, la ironía es que todas estas cosas se han alcanzado tras eliminar muchas otras: la familia, la diversidad cultural, el arte, la ciencia, la literatura, la religión y la filosofía.

(2) 1984: La novela introdujo los conceptos del omnipresente y vigilante Gran Hermano o Hermano Mayor. Muchos analistas detectan paralelismos entre la sociedad actual y el mundo de 1984, sugiriendo que estamos comenzando a vivir en lo que se ha conocido como sociedad orwelliana.
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23 de agosto de 2012

NEOLIBERALISMO Y REFORMA AL CODIGO CIVIL

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Podemos leer en una nota sobre la Reforma al Código Civil, publicada por Tiempo Argentino el 12 de agosto como el Presidente de la Corte Suprema, Ricardo Lorenzetti, mientras nos dice que la reforma del Código Civil y Comercial "es el proceso más participativo de la historia", nos pasea por los lugares comunes de "esta obra colectiva, superior a los intereses individuales". Lugares comunes porque habla sólamente de la incorporación de derechos que ya la opinión pública conoce, como el matrimonio igualitario, protección a los pueblos originarios, y un etcétera sobre el que los medios y la "progresïa" en general vienen machacando hace tiempo.


 Sigue la nota mencionando otras propuestas: ..."incorporando al niño y a los adolescentes... Los adolescentes deciden ahora muchas cosas, los menores entre los 13 y 18 también, y hay que protegerlos". Sobre la fertilización asistida informó que recibió a la Conferencia Episcopal (¿y?). 

 Ya está preparado el escenario para "el gran debate democrático", mientras en la platea se dará la "gran batalla" entre "progres" y "conservas", entre "zurdos" y "fachos", o cualquier rótulo que sirva para dividirnos; batalla que viene siendo preparada hace décadas por la cultura "progre" y los tinellis, pachanos, flores de la v y tantos personajes que nos han acostumbrado a ver como "normal" lo que hace pocas décadas era una aberración (¿alguien se imaginarría en ese tiempo a los Che Guevara, Santucho, Gorriarán Merlo -cuyos herederos dicen ser los "progres" de hoy- apoyando una marcha del orgullo gay?).

LA BATALLA OCULTA 

 El mismo día 12, en el diaro Página 12 el periodista Raul Dellatorre observa que mientras el nuevo Código "tiene una mirada de avanzada en todo lo relativo a derechos civiles", en normas de derecho internacional privado introduce los instrumentos más caros al neoliberalismo, reduciendo la actuación del Estado, aún en las relaciones jurídicas en que él es parte, ya que quienes asesoraron en este punto para la redacción de la reforma son los profesionales que trabajan para ese sector.

 La que alerta sobre este punto es Stella Maris Biocca, docente en Derecho Internacional durante 37 años en la UBA y la Universidad de La Pampa. 

 En materia jurídica -nos enseña la especialista- hay dos grandes corrientes: Una otorga al Estado un rol regulador y de intervención frente a las distorsiones del mercado, y la otra, muy fuerte desde fines del Siglo XX, que es el soporte legal del neoliberalismo, defiende instrumentos que son la privatización de las reglas, porque piensan todas las relaciones jurídicas internacionales sometidas al derecho privado. Volvemos a caer en el esquema neoliberal, los Tratados de Protección de Inversions (TPI), que son los que llegan a darle jurisdicción al CIADI. Lo más preocupante es que esto, que hasta ahora era una renuncia a la jurisdicción en temas de inversión, ahora se generaliza por una reforma al Código Civil y Comercial. 

La privatización de la Justicia es funcional a la globalización hegemónica. Le resta poder decisorio en lo político, jurídico y económico al Estado... pero de ésto no se habla.


 La nota de Raúl Dellatorre: El neoliberalismo metió la cola
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16 de agosto de 2012

La primavera de los sayanim

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Los sayanim – informadores en hebreo – son judíos de la diáspora que, por “patriotismo”, aceptan colaborar puntualmente con el Mossad, u otras instituciones sionistas, aportándoles la ayuda necesaria en el terreno de su competencia.

Le Printemps des sayanim.  Un libro de Jacob Cohen, que no vamos a conseguir en las "grandes librerías" (y tampoco en las pequeñas). No existe para los medios de difusión. Ni los "hegemónicos" ni los de Spolzki. No se animan a acusarlo de "antisemita", porque el autor es judío, así que lo mejor es ocultarlo.

En un reportaje en el sitio web Tribuna de Europa (1), el autor menciona que habría 3.000 sayanim sólo en Francia, y cita a un ex agente del Mossad, que cree que también una cifra similar hay tan solo en la ciudad de Londres, y continúa : "Pero la 'reserva' es infinita. Si a ello asociamos el Bnai Brit (francmasonería judía internacional), el WIZO (organización internacional de las mujeres sionistas), las organizaciones judeo-sionistas nacionales, como el UPJF, el UEJF, el CRIF… en Francia, y en otros países, así como los simpatizantes, llegamos fácilmente a la cifra de un millón de judíos dispuestos a trabajar para el Mossad."

¿Se entiende por qué no se encuentra este libro?






Se puede leer más sobre el tema en otro reportaje al autor del libro hecho por Silvia Cattori:
Los sayanim, unos ciudadanos ordinarios que colaboran con el Mossad por "patriotismo"

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(1) el reportaje de Tribuna de Europa:
La primavera de los sayanim

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13 de agosto de 2012

Los artistas como intelectuales


Alberto Buela 

"Hoy que en nuestra sociedad de consumo donde las imágenes han reemplazado a los conceptos nos encontramos con que los artistas son, en definitiva, los que plasman en imágenes los conceptos..."

En una sociedad como la nuestra, de consumo, opulenta para pocos, cuyo dios es el mercado, la imagen reemplazó al concepto. Es que se dejo de leer para mirar, aun cuando rara vez se ve.

Y así los artistas, actores, cantantes, locutores y conductores televisión han reemplazado a los intelectuales.

Este reemplazo viene de otro más profundo; cuando los intelectuales, sobre todo a partir de la Revolución Francesa, vinieron a remplazar a los filósofos. Es cierto que siguió habiendo filósofos, pero el tono general de estos últimos dos siglos marca su desaparición pública.

El progresismo, esa enfermedad infantil de la socialdemocracia, se caracteriza en asumir la vanguardia como método y no como lucha, como sucedía con el viejo socialismo. Aún existe en Barcelona el viejo diario La Vanguardia.

La vanguardia como método quiere decir que para el progresista hay que estar, contra viento y marea, siempre en la cresta de la ola. Siempre adelante, en la vanguardia de las ideas, las modas, los usos, las costumbres y las actitudes.

El hombre progresista se sitúa siempre en el éxtasis temporal del futuro, ni el presente, ni mucho menos el pasado tiene para él significación alguna, y si la tuviera siempre está en función del futuro. No le interesa el ethos de la Nación histórica, incluso va contra este carácter histórico-cultural. Y esto es así, porque el progresista es su propio proyecto. Él se instala siempre en el futuro pues ha adoptado la vanguardia como método. Nadie ni nada puede haber delante de él, de lo contrario dejaría de ser progresista. Así se explica que el progresista no se pueda dar un proyecto de país ni de nación porque éste se ubicaría delante de él, lo cual implica y le crea una contradicción.

Y así como nadie puede dar lo que no tiene, el progresista no puede darse ni darnos un proyecto político porque él mismo es su proyecto político.

El hombre progresista, al ser aquél que dice sí a toda novedad que se le propone encuentra en los artistas sus intelectuales. Hoy que en nuestra sociedad de consumo donde las imágenes ha reemplazado a los conceptos nos encontramos con que los artistas son, en definitiva, los que plasman en imágenes los conceptos. Y la formación del progresista consiste en eso, en una sucesión de imágenes truncas de la realidad. El homo festivus, figura emblemática del progresismo, del que hablan pensadores como Muray o Agulló, encuentra en el artista a su ideólogo.

El artista lo libera del esfuerzo de leer (hábito que se pierde irremisiblemente) y del mundo concreto. El progresista no quiere saber sino solo estar enterado. Tiene avidez de novedades. Y el mundo es “su mundo” y vive en la campana de cristal del los viejos almacenes de barrio donde las moscas (el pueblo y sus problemas) no podían entrar.

Los progresistas porteños viven en Puerto Madero, no en Parque Patricios.
La táctica de los gobiernos progresistas es transformar al pueblo en “la gente”, esto es, en público consumidor, con lo cual el pueblo deja de ser el agente político principal de toda comunidad, para cederle ese protagonismo a los mass media, como ideólogos de las masas y a los artistas, como ideólogos de sus propias élites.

Este es un mecanismo que funciona a dos niveles: a) en los medios masivos de comunicación cientos periodistas y locutores, esos analfabetos culturales locuaces, según acertada expresión de Paul  Feyerabend (1924-1994) nos dicen qué debemos hacer y cómo debemos pensar. Son los mensajeros del “uno anónimo” de Heidegger que a través del dictador “se”, se dice, se piensa, se obra, se viste, se come, nos sume en la existencia impropia. b) a través de los artistas como traductores de conceptos a imágenes en los teatros y en los cines y para un público más restringido y con mayor poder adquisitivo: para los satisfechos del sistema.

El artista cumple con su función ideológica dentro del progresismo porque canta los infinitos temas de la reivindicación: el matrimonio gay, el aborto, la eutanasia, la adopción de niños por los homosexuales, el consumo de marihuana y coca, la lucha contra el imperialismo, la defensa del indigenismo, de los inmigrantes, de la reducción de las penas a los delincuentes, un guiño a la marginalidad y un largo etcétera. Pero nunca le canta a la inseguridad en las calles, la prostitución, la venta de niños, el turismo pedófilo, la falta de empleo, el creciente asesinato y robo de las personas, el juego por dinero, de eso no se habla como la película de Mastroiani. En definitiva, no ve los padecimientos de la sociedad sino sus goces.  

El artista como actor representa todas aquellas obras de teatro en donde se representa lo políticamente correcto. Y en este sentido, como dice Vittorio Messori, en primer lugar está el denigrar a la Iglesia, al orden social, a las virtudes burguesas de la moderación, la modestia, el ahorro, la limpieza, la fidelidad, la diligencia, la sensatez, haciéndose la apología de sus contrarios.
No hay actor que no se rasgue las vestiduras hablando de las víctimas judías del Holocausto, aunque nadie representa a las cristianas ni a las gitanas.
Así, si representan a Heidegger lo hacen como un nazi y si a Stalin como un maestro en humanidad. Al Papa siempre como un verdugo y a las monjas como pervertidas, pero a los prestamistas como necesitados y a los proxenetas liberadores.  Ya no más representaciones del Mercader de Venecia, ni de la Bolsa de Martel. El director que osa tocar a Wagner queda excomulgado por la policía del pensamiento.

En el orden local si representan al Martín Fierro quitan la payada y duelo con el Moreno. Si al general Belgrano, lo presentan como doctor. A Perón como un burgués y a Evita como una revolucionaria. Aun cuando la figura emblemática de todo actor es el Che Guevara.

Toda la hermenéutica teatral está penetrada por el psicoanálisis teñido por la lógica hebrea de Freud y sus cientos de discípulos. Lógica que se resuelve en el rescate del “otro” pero para transformarlo en “lo mismo”, porque en el corazón de esta lógica “el otro”, como Jehová para Abraham, es vivido como amenaza y por eso en el supuesto rescate lo tengo que transformar en “lo mismo”.

Es que el artista está educado en la diferencia, lo vemos en su estrafalaria vestimenta y conducta. Él se piensa y se ve diferente pero su producto termina siendo un elemento más para la cohesión homgeneizadora de todas las diferencias y alteridades. Es un agente más de la globalización cultural.

El pluralismo predicado y representado termina en la apología del totalitarismo dulce de las socialdemocracias que reducen nuestra identidad a la de todos por igual.

Finalmente, el mecanismo político que está en la base de esta disolución del otro, como lo distinto, lo diferente, es el consenso. En él, funciona el simulacro del “como sí” kantiano. Así, le presto el oído al otro pero no lo escucho. Se produce una demorada negación del otro, porque, en definitiva, busco salvar las diferencias reduciéndolo a “lo mismo”.

Esta es la razón última por la cual nosotros venimos proponiendo desde hace años la teoría del disenso, que nace de la aceptación real y efectiva del principio de la diferencia, y tiene la exigencia de poder vivir en esa diferencia. Y este es el motivo por el cual se necesita hacer metapolítica: disciplina que encierra la exigencia de identificar en el área de la política mundial, regional o nacional, la diversidad ideológica tratando de convertir dicha diversidad en un concepto de comprensión política, según la sabia opinión del politólogo Giacomo Marramao.

El disenso debería ser el primer paso para hacer política pública genuina y la metapolítica el contenido filosófico y axiológico del agente político.

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