28 de enero de 2018

La media "Memoria", en España



«Quien controla el presente controla el pasado y quien controla el pasado controlará el futuro»   George Orwell, en 1984

Llegará el día ...


...fascinante ejemplo del endurecimiento de las "democracias" occidentales y del curioso maridaje entre la plutocracia liberal y la academia postmarxista...


El Ministerio de la Verdad
SERTORIO
26-1-2018

El proyecto de la nueva ley de la Memoria Histórica es un fascinante ejemplo del endurecimiento de las "democracias" occidentales y del curioso maridaje entre la plutocracia liberal y la academia postmarxista. No es ningún secreto que, en los últimos años, el establishment trata de aplicar la ley de la mordaza y evitar que la menor nota discordante suene en unos medios de comunicación que controla en régimen de monopolio. En todos los países de Europa se persigue y silencia a quien se niega a discurrir siguiendo los cánones de la biempensancia, que cada vez son más. En el Este, la corrección política ha naufragado de manera miserable; pero peor aún es que en Estados Unidos, el gendarme de Occidente, Trump haya desquiciado la calma alciónica de la oligarquía mundial. Si bien es cierto que los funcionarios boicotean de manera sistemática al presidente de los Estados Unidos, que desde que accedió a la Casa Blanca no ha hecho sino desdecirse de todas sus promesas, el ejemplo de la victoria del pueblo norteamericano sobre su plutocracia, desbancando por sorpresa a la candidata del régimen, ha hecho que suenen todas las alarmas en el imperio.

Está cada vez más claro que un porcentaje importante de la gente ya no acepta los dogmas del régimen ni se cree sus mitos. No hay forma de disimular la naturaleza oligárquica de las "democracias" occidentales, su servilismo ante los poderes financieros, su absoluta indiferencia ante las necesidades de la gente, su desprecio de lo nacional, su desvergonzada corrupción y su falta de alternativas políticas y sociales: todos los partidos son el mismo partido; el ciudadano no elige una opción política, sino un grupo de gestores frente a otro, que sólo se diferencian por su pertenencia a una fracción distinta del mismo aparato de poder. Baste con recordar la sorprendente unidad de todos los políticos a la hora de apoyar al oligarca Macron frente a Marine Le Pen, el año pasado, en la presidenciales francesas. Desde la derecha conservadora y rancia hasta los estalinistas de guardia, sin olvidar a las iglesias y a las mezquitas, todos los beneficiarios de régimen se unieron para aplastar a una candidata que no contaba con un solo medio de comunicación de masas en su favor y cuyo presupuesto de campaña era risible comparado con el de su adversario, al que le llovieron los millones del cielo, pese a ser un desconocido y el autor del mayor recorte de derechos sociales de la historia reciente de Francia. Fue en esa campaña cuando el presidente Hollande impuso la censura de prensa para evitar que se difundieran datos desfavorables al candidato del Sistema, mientras se cubría de insultos y denuestos a Marine Le Pen en todos los medios de masas. Pese a todo, la candidata nacional francesa obtuvo más del treinta por ciento de los votos frente al favorito de Bruselas y de los bancos. Es decir, hay una parte importantísima de la población europea que no traga, que se niega a cerrar los ojos y a ver la realidad virtual que les ofrece un Sistema que hace tiempo que dejó de preocuparse tanto por la gente como por lo que es cierto y lo que no.

Este fracaso de la prensa oficial obliga a tomar medidas contra quienes no piensan lo que se debe y, encima, tienen la insolencia de publicarlo

Esta triste constatación de que los pueblos se niegan a dejarse anestesiar, pese al abundante despliegue de somníferos informativos y culturales, ha llevado a la plutocracia mundial a indagar en las causas del fenómeno. Sin duda, el principal es que las redes han abierto una serie de vías de información de muy difícil control y que muchas visiones alternativas de la realidad pueden ser encontradas con sólo apretar un botón. Se accede así a otro mundo que tiene el atractivo de ser más real que el que nos ofrecen los edulcorados, autocensurados y "correctos" autómatas de la prensa oficial. Cuando se publica una noticia en la edición digital de un periódico, nos interesan más los comentarios de la gente que el texto del papagayo a sueldo. ¿Por qué? Porque todos los periódicos y todas las televisiones dicen lo mismo, todas presentan las mismas imágenes, los mismos comentarios y las mismas admoniciones. Como todos los monopolios, aburren.

Este fracaso de la prensa oficial obliga a tomar medidas contra quienes no piensan lo que se debe y, encima, tienen la insolencia de publicarlo. No es nada extraño que se empiece a "concienciar" a la gente con alertas sobre fake news e "intoxicaciones rusas" (informativas y no de vodka, que son las únicas reales de las que podemos culpar a Moscú). El espectro de libertad de pensamiento dentro de Occidente se reduce cada vez más y los agentes de la persecución no sólo son los poderes públicos; asociaciones de todo tipo: radicales de izquierda, okupas y presuntos "defensores" de los derechos humanos, tan activos como bien subvencionados, forman la vanguardia multicolor de la corrección política, cuyo fin es imponer la ley de la mordaza al disidente mediante boicots, persecuciones judiciales, acosos salvajes o, incluso, la agresión física y las amenazas de muerte. Hemos llegado a un extremo en el que sólo se puede ser liberal de izquierdas, todo lo que esté a la derecha de esa posición le convierte a uno en una suerte de delincuente intelectual y en objeto de las iras de los colectivos izquierda extrema, a cuyas acciones ninguna autoridad pone coto. Para eso son los dobermanns del Sistema, su partida de la porra, sus SA.

La Ley de Memoria Histórica que ahora se prepara es una señal de que se aproximan tiempos de persecución y que las tribunas que aún disienten de los dogmas del mundialismo tienen los días contados

En España, el recorte de libertades viene en aumento desde los años noventa. En algunos casos es tan violento y arbitrario que ni los propios tribunales todavía lo pueden admitir. La Ley de Memoria Histórica que ahora se prepara es una señal de que se aproximan tiempos de persecución y que las tribunas que aún disienten de los dogmas del mundialismo tienen los días contados. Al igual que en 1984, los autores de esta norma (la fracción más radicalizada del PSOE, que quiere competir con Podemos para ver quién es más rojo) van a imponer una especie de Ministerio de la Verdad que establecerá una historia oficial de España; es decir, que nuestros progres van a editar un versión cañí de la Enciclopedia Soviética en la que sus académicos adictos, los Reig–Tapia, Viñas y compañía, nos impongan sin discusión posible su idea de la Guerra Civil y del Franquismo. Por supuesto, quien no esté de acuerdo con estos mandarines y exprese opiniones en sentido contrario será multado o irá la cárcel y su obra será destruida. ¡Así se las gastan los defensores de las libertades!

Es bastante chusco que quienes defienden el relativismo en casi todas las disciplinas humanísticas, sean tan dogmáticos en lo que a la Historia se refiere. Y no a toda la Historia, sino a la que va de 1936 a 1978. Por supuesto, para hacer la persecución aceptable, se echa mano de las víctimas de la represión franquista, cuya memoria hay que defender. Por lo visto, las víctimas de la represión republicana, unas 66.000, no merecen ni memoria ni respeto ni dignidad. Están bien matadas. Se lo merecían. Ese espíritu hace que toda la izquierda apoye activamente esta ley, desde los etarras de Bildu hasta sus colegas parlamentarios de Ciudadanos, con la valiosa ayuda por omisión de la izquierda vergonzante del PP, que espera que escupir sobre las tumbas de sus abuelos le proporcione más votos.

Esta ley tiene además otras virtudes: si el franquismo es el epítome del mal y de la perversidad absoluta, los que se opusieron a él con las armas –desde el maquis hasta ETA, GRAPO y FRAP– fueron unos héroes de la democracia, unos resistentes. Eso quiere decir que Argala o Eva Forest y los valientes gudaris que pusieron la bomba en la cafetería Rolando (trece muertos: un policía más otros doce, entre camareros y gente que tomaba allí el café), son beneméritos de este régimen y su memoria debe ser honrada, ya que sufrieron persecución y cárcel bajo el franquismo. Por supuesto, al aprobar esta ley, la monarquía de Felipe VI se hace solidaria de las checas, de las fosas de Paracuellos y del martirio de miles de religiosos. Todo aquello se realizó con un fin honorable: salvar a España de Franco. Además, sus ejecutores hace tiempo que han sido rehabilitados: los dirigentes de la represión republicana como Companys, Largo Caballero, Santiago Carrillo, Líster y compañía disfrutan hoy de honores públicos, monumentos y calles dedicadas, señal indudable de que la España democrática aprueba sus acciones y se proclama heredera legítima de las checas y los paseos. Esta ley justifica a ETA, la hace "buena" –por lo menos hasta el 6 de diciembre de 1978– y permite una legítima negociación entre demócratas sin exigir estúpidos arrepentimientos que sólo estorban la llegada de la paz. Ahora, por fin, hay un lazo que puede unir a ETA con todas nuestras fuerzas parlamentarias: el antifranquismo.

Por supuesto, ya no puede hablarse de reconciliación, concepto que fue útil para desalojar del poder pacíficamente a los franquistas pero que ahora no tiene vigencia alguna. La guerra civil recomenzó en 2004 y parece que sí la han ganado los buenos. Desgraciadamente, la democracia española no pudo inaugurar su andadura libertadora con una catártica matanza de "fascistas", como fue el caso de Italia y Francia entre 1944 y 1945. Por eso, la nueva Ley de Memoria Histórica se dedica a la magia negra, a la profanación de tumbas: va a hacer acopio de ese legendario valor que tanto han acreditado nuestros demócratas para profanar las tumbas de Franco y José Antonio y realizar una serie de rituales de vudú con los pocos monumentos a los caídos que aún quedan en pie. La macumba necrófaga se extenderá incluso a enterramientos particulares. Lo que no se ganó en el campo de batalla se ganará en los camposantos. El que no se consuela es porque no quiere. La profanación marxista del Valle de los Caídos será el cartel electoral con el que el PP se presentará ante sus electores: el símbolo de sus siete años de gobierno.

Y vendrán cosas peores. Sin duda. Los rusos no hacen más que intoxicarnos y hay que frenar la deriva nacionalista española. La vasca y catalana no, por supuesto, que son nacionalismos buenos. Dentro de meses, un historiador acusado de apología del franquismo será condenado a más años de cárcel que los líderes de la Generalidad en rebelión contra el Estado o que un pistolero de extrema izquierda. Y para él no habrá beneficios penitenciarios, seguro. Esto es sólo el principio. Pero van listos: no nos callarán. Tendrán que restablecer el paseo.



23 de enero de 2018

Indigenismo. Haya de la Torre y la III Internacional


Víctor Raúl Haya de la Torre    1895-1979


Haya de la Torre, la trampa del indigenismo y su postura para evitar una nueva fragmentación territorial de la América Latina 
por Marcelo Gullo



Durante los primeros meses de 1931, mientras los cuadros apristas organizaban el partido y difundían el pensamiento aprista, Haya de la Torre multiplicaba, desde Berlín y Londres, su ofensiva escrita y su gran amigo, el argentino Gabriel del Mazo, pagó de su pecunio la edición, en Buenos Aires, de un nuevo libro de Haya intitulado “Ideario y acción aprista”. Poco después se edita, en Lima, “Teoría y Táctica del Aprismo”. Ambos opúsculos recogen, sin aclararlo, artículos ya publicados por Haya.

Sin embargo, de los dos libros sólo “Teoría y Táctica del Aprismo” contiene un artículo novedoso, tanto en el sentido de que no había sido ya publicado con anterioridad, como en el sentido de que en el mismo, se desarrolla una temática que Haya no había tratado nunca antes, con profundidad. Dicho artículo lleva como título: “El problema del Indio”. Este artículo, como veremos, no sólo tuvo una importancia fundamental desde el punto de vista del desarrollo ideológico del Aprismo sino que tuvo también, una importancia política estratégica porque, con él, Haya se opuso frontalmente a una de las principales líneas de acción política diagramada por la Internacional Comunista para la América Latina.

Haya de la Torre se basa en el pensamiento de Manuel González Prada, a quien lo denomina simbólicamente como su “Maestro”, para desarrollar la postura doctrinaria del Aprismo frente – a lo que en esa época se denominaba- el problema del indio.

Creemos que González Prada fue uno de los más claros pensadores de su tiempo – un tiempo caracterizado por el profundo peso de los prejuicios raciales en el análisis social y político – en promover una nueva manera de enfocar el problema del indigenismo. González Prada abordó el problema indígena por primera vez en 1904, a través de un brillante artículo que intituló: “Nuestros Indios”. Dicho artículo fue incluido, más tarde, en la segunda edición de su libro “Horas de Lucha”.

González Prada planteó como apotegma axial que: 
el indio no es una raza biológica sino una raza social. 
Y esta será la premisa fundamental sobre la cual 
se basará luego Haya de la Torre, para construir  la 
postura doctrinaria del Aprismo sobre el problema indígena

En el referido artículo, González Prada planteó como apotegma axial que: el indio no es una raza biológica sino una raza social. Y esta será la premisa fundamental sobre la cual se basará luego Haya de la Torre, para construir la postura doctrinaria del Aprismo sobre el problema indígena. González Prada explica que, “…por raza biológica se entiende al hombre con sus caracteres somáticos, color de piel, ángulo facial, textura, forma de los ojos, etc. Pero, desde el punto de vista social, la raza esta dada por su inserción, por su papel en la sociedad.” Para González Prada, “…indio, en el Perú, es sinónimo de pobre, de campesino, de explotado” Según González Prada, “…cuando un indio se enriquece se blanquea…actúa como un blanco y cuando un blanco pierde su capital, entonces se aindia porque lo tratan como un pobre, como un explotado, lo explotan y es como un indio”

Siguiendo entonces de forma evidente a González Prada, es que Haya de la Torre sostiene:
“LA CAUSA DEL INDIO ES CAUSA SOCIAL, NO RACIAL. La causa del indígena peruano – como la del ecuatoriano, boliviano, argentino, como la del indígena de toda América – es causa sagrada, no porque el indio sea indio, vale decir que no sea blanco, sino porque el indio, en su gran mayoría, es explotado. Nuestro indigenismo no es el simplista sentimental concepto racial que ante la estúpida afirmación burguesa de la inferioridad de razas opone en un amargo grito de revancha la afirmación contraria de que toda raza de color es superior a la blanca… González Prada ha escrito: ‘La cuestión del indio más que una cuestión racial es económica, es social’…No es el color lo que limita el problema. Indios por sangre hay, desde Felipillo el traidor, que son verdugos de sus hermanos de raza. ¡Cuántas veces en eso que en el Perú se llama Parlamento, en los ministerios y los tribunales, no se han sentado y se sientan hombres de piel de cobre y de conciencia negra!… En mis viajes por la sierra peruana, he visto a veces gamonales de raza india, verdugos implacables, monstruos sanguinarios, sádicos… despedazando las carnes de los siervos y maldiciéndolos en quechua… Nuestra lucha por el indígena peruano y americano, es pues, lucha contra el latifundio; no es simple lucha de color, que blancos hay por millones oprimidos en el mundo y hombres de piel cobriza oprimen sangrientamente en el Perú y América…” 

Luego desarrolla Haya la relación entre el problema del indio y el imperialismo. Sostiene Haya, entonces, como principio básico fundamental que no puede entenderse al problema del indio como un problema aislado y que, plantearlo de ese modo, es una trampa del imperialismo. El problema del indio no puede resolverse mediante la lucha aislada del indígena porque no habrá solución al problema indígena sin la victoria contra el imperialismo – que solo podrá conseguirse mediante la estructuración de un frente de lucha que agrupe en su seno, a todos los sectores sociales afectados por éste – y la construcción de la unidad política de los pueblos indoamericanos en un único estado federal.

...la lucha por la verdadera reivindicación del indígena
 tiene un aspecto táctico, consistente en la lucha por
 la reforma agraria, contra el latifundio y el latifundista
 y un aspecto estratégico, la lucha contra el imperialismo,
 por la unidad indoamericana...

De la argumentación sostenida por Haya se desprende que para éste, la lucha por la verdadera reivindicación del indígena tiene un aspecto táctico, consistente en la lucha por la reforma agraria, contra el latifundio y el latifundista y un aspecto estratégico, la lucha contra el imperialismo, por la unidad indoamericana. Advierte también Haya que, aunque el imperialismo plantee el problema indígena como un problema racial, los mismos indígenas no deben plantearlo de ese modo porque deben comprender que su problema, es parte de un problema mayor. Es en tal sentido que Haya argumenta:

“El imperialismo en nuestros países tiene su aliado en el latifundista, cuya clase es dueña del poder político, y cuenta con la explotación de nuestras clases trabajadoras, especialmente de nuestros trabajadores indígenas para hacer de ellos sus mejores instrumentos de explotación. El imperialismo, enemigo de nuestros países, es el peor enemigo del indio. El cristianismo sajón ha logrado infiltrar muy profundamente en la clase dominante de los países donde domina, muy especialmente en los Estados Unidos, un incurable desprecio racial hacia los hombres de color, negros o cobrizos. Es indiscutible que en la inmensa mayoría de los sajones prevalece esta idea.

Y siendo nuestras razas, según ellos ‘razas inferiores’, se deduce cierta justificación ‘moral’ a la explotación, opresión y servidumbre de nuestros trabajadores, no solo porque son trabajadores, sino porque en su gran mayoría no son blancos, o, simplemente porque no son sajones.

El imperialismo, pues, trae consigo un nuevo y grandísimo peligro para nuestros indígenas…Es por eso que nuestro movimiento antimperialista, debe tener a los indígenas en las vanguardias… (pero) No se puede apartar el problema indígena del imperialismo… El problema del indio en el Perú como en cualquier país americano es problema económico, es problema de justicia social y ésta no podrá realizarse mientras el imperialismo amenace la soberanía política de nuestros países y su libertad económica. Por eso, todo intento de liberación social en nuestros países, está relacionado con el gran problema general que plantea el imperialismo. No hay problemas aislados sino aspectos de uno, grande y común. De ahí que no puede haber luchas aisladas, sino partes de un todo, secciones de un gran partido, divisiones de un gran ejército, filas de un gran frente: del frente único de trabajadores manuales e intelectuales de América: contra el imperialismo yanqui, por la unidad de los pueblos de América, para la realización de la justicia social.”

...en junio de 1929, la Primera Conferencia Comunista
Latino Americana de Buenos Aires determinó que, 
en América Latina, había que, “…abandonar el espíritu
fetichista de las fronteras actuales” pero no, para crear 
una Patria Grande latinoamericana sino, para posibilitar
 la creación de nuevas repúblicas de base étnica...

La importancia política de la postura que Haya de la Torre adopta frente al problema indígena, se comprende mejor si se advierte que, en junio de 1929, la Primera Conferencia Comunista Latino Americana de Buenos Aires determinó que, en América Latina, había que, “…abandonar el espíritu fetichista de las fronteras actuales” pero no, para crear una Patria Grande latinoamericana sino, para posibilitar al creación de nuevas repúblicas de base étnica. En tal sentido, la Primera Conferencia Comunista Latino Americana de Buenos Aires, ordenaba a los militantes comunistas peruanos, luchar por la instauración de una república quechua y una república aymara, totalmente independientes, lo que equivalía a proponer la fragmentación territorial del Perú en tres Estados. Similar planteamiento realizó la Conferencia Comunista de Buenos Aires para la República de Bolivia a la cual se proponía fragmentarla en nada menos que trece Estados. Es preciso notar también que, en febrero de 1930, Eudocio Ravines – antiguo militante aprista convertido al comunismo – llegó clandestinamente a Lima con instrucciones muy concretas para que los militantes comunistas cumplieran con lo resuelto en Buenos Aires.

Por otra parte, resulta fundamental – para poder contextuar la real importancia de la posición tomada por Haya frente al tema del indigenismo – dar cuenta que, a los pocos días de fallecido Mariátegui, cuyo óbito se produjo el 16 de abril de 1930, llegó a Lima, como relata Ricardo Martínez de la Torre, una extensa comunicación de la Internacional Comunista, en la que se ampliaba la discusión sostenida en Buenos Aires. Dicha comunicación – que daba por sentadas las instrucciones conferidas a los militantes comunistas para que trabajaran en pos de la creación de las repúblicas quechua y aymara – afirmaba:

“En el transcurso del año último, habéis comenzado cierto trabajo de clarificación ideológica… Un paso habéis dado. Liquidando las débiles organizaciones del APRA en el Perú y en el extranjero… (pero) … Crear un partido socialista que tendría como una base más amplia que el partido comunista… (propuesta hecha por José Carlos Mariátegui) es, en el fondo, volver por un rodeo y bajo otra etiqueta, al aprismo, a un partido de varias clases… a un Kuomintang más peligroso que el APRA… La idea de dotar al partido de un programa mínimo, separado de un programa máximo, es anti-leninista, anti-marxista…La lucha ideológica contra el APRA es pues, una de las condiciones primeras para volcar una claridad absoluta en la conciencia del proletariado peruano, claridad indispensable si queréis evitar que vuestro trabajo ulterior no quede en la esterilidad por las sobrevivencias de la ideología aprista en el movimiento obrero. 

El proceso de liquidación del APRA, tanto en el extranjero como en el Perú, está seriamente adelantado ya, gracias a la acción política que habéis desplegado… No es dudoso que, a pesar del éxito de vuestra propaganda, el APRA conserve todavía en la masa, cierta autoridad y mantenga ciertas ilusiones. Debéis pues continuar y desarrollar vuestra acción contra el APRA, especialmente en el seno de las organizaciones y de las masas obreras… La primera tarea de vuestro grupo es, pues, formar un partido comunista, liquidando la ideología del APRA…”

Las instrucciones dadas por la Internacional Comunista, a los militantes comunistas del Perú en particular, y a los de toda América Latina en general, no podían ser más precisas: había que liquidar de la conciencia popular la idea de un partido policlasista que luchara por la unificación de la América Latina, es decir por la construcción de la Patria Grande. Al nacionalismo continental, propuesto por el Aprismo, la Internacional Comunista, oponía el nacionalismo étnico indígena. A la unificación de la Nación Indoamericana, propuesta por el Aprismo, la Internacional oponía, bajo la aparente defensa de las masas indígenas explotadas, la fragmentación territorial de los Estados ya existentes para dar lugar al nacimiento de una veintena más de nuevas pequeñas republicas. El indigenismo – es decir la causa del indio entendida como una causa racial y no como una causa social -, propuesto por la Internacional Comunista profundizaba, inexorablemente, de ese modo, la balcanización producida luego de la guerra de la independencia. Contra esa propuesta indigenista es que Haya de la Torre escribió su artículo “El problema del Indio”, que constituyó, a nuestro entender, la pieza fundamental de su libro “Teoría y Táctica del Aprismo”, aparecido, prácticamente, en plena campaña electoral de 1931.



Marcelo Gullo – Haya de la Torre: La lucha por la Patria Grande, Remedios de Escalada, Ed. de la Universidad Nacional de Lanús, 2013


Acerca del autor:

Marcelo Gullo

Marcelo Gullo es Doctor en Ciencia Política por la Universidad del Salvador. Magister en Relaciones Internacionales por el Institut Universitaire de Hautes Études Internationales, de la Universidad de Ginebra. Graduado en Estudios Internacionales por la Escuela Diplomática de Madrid. Licenciado en Ciencia Política por la Universidad Nacional de Rosario. Discípulo del politólogo brasileño Helio Jaguaribe y del sociólogo y teólogo uruguayo Alberto Methol Ferré. Asesor en materia de Relaciones Internacionales de la Federación Latinoamericana de Trabajadores de la Educación y la Cultura (FLATEC). Profesor de la Universidad Nacional de Lanús y, de la Escuela Superior de Guerra en la Maestría en Estrategia y Geopolítica. Miembro fundador del Instituto de Revisionismo Histórico Nacional e Iberoamericano Manuel Dorrego.



18 de enero de 2018

Dinero apátrida


 
"Por lo que atañe a las naciones en sus relaciones mutuas, de una misma fuente manan dos ríos diversos: por un lado, el nacionalismo o imperialismo económico; y del otro, el no menos funesto y execrable internacionalismo o imperialismo internacional del dinero, para el cual, donde está el bien, allí su patria (ubi bene, ibi patria est)" 
Pío XI: Encíclica Quadragesimo anno, parágrafo 110




Dinero apátrida
Juan Manuel De Prada

Allá por 1931, en su encíclica, Quadragesimo Anno, Pío XI describía con gran clarividencia las transformaciones del capitalismo, por aquel entonces inmerso en una crisis a la que muchos ilusos pensaron que no podría sobrevivir. Pío XI se percató entonces de que aquella crisis era tan sólo la cortina de humo que permitiría al capitalismo consumar una metamorfosis horrenda, para convertirse en un monstruo cada vez más acaparador y desencarnado, infractor de la libre concurrencia y de todo tipo de trabas legales. En algún pasaje de aquella encíclica profética, Pío XI lamentaba que esta metamorfosis del capitalismo estuviese aplastando el papel del Estado, que «debería ocupar el elevado puesto de rector y supremo árbitro de las cosas», para relevarlo a la condición de mero lacayo de las fuerzas económicas, «entregado y vendido a la pasión y a las ambiciones humanas». En otro pasaje, se atrevía a aludir a la condición amoral de este «imperialismo internacional del dinero» sin arraigo, que allá donde halla su provecho funda su patria (ubi bene, ibi patria est).

La clarividencia que Pío XI mostraba en la denuncia de aquella metamorfosis que entonces estaba cobrando forma no tuvo, por desgracia, continuidad en sus sucesores. Y, mientras tanto, el nuevo capitalismo, desligado de la riqueza natural de las naciones y convertido en una «niebla de las finanzas» inaprehensible, consiguió concentrar el dinero apátrida en unas pocas manos, reduciendo al común de la Humanidad a la condición de mera comparsa: un mogollón informe o papilla de gentes despojadas de propiedad, obligadas a un trabajo asalariado cada vez más precario, forzadas a emigrar y, ya por último, ensimismadas en sus derechos de bragueta y en sus entretenimientos plebeyos. Y todo este estropicio antropológico pudo hacerlo el dinero apátrida con la complicidad de las nuevas izquierdas, reconvertidas en mamporreros del capitalismo más desenfrenado, a las que se encargó la tarea de apacentar a los trabajadores hacia los rediles de la «libertad sexual» y las «políticas de identidad», tal como denunciaron algunos marxistas resistentes, desde Pasolini a Hobsbawm.

Así hemos llegado a la situación presente, en la que la hegemonía del dinero apátrida ha logrado cuajar la forma de dominación más férrea de la Historia. Y todo ello ha ocurrido mientras los ilusos disfrutan de los derechos de bragueta y los entretenimientos plebeyos que les brinda una opípara democracia; y algunos, incluso, apelan en el colmo de la credulidad a irrisorios «derechos de autodeterminación», creyendo que pueden fundar nuevas naciones, como fundan nuevas «identidades de género» (sin saber, los pobres diablos, que sólo se fundan las naciones y las «identidades de género» que convienen al dinero apátrida). Y, mientras todo esto sucede, una pequeña camarilla de multimillonarios globalistas, capaces de derrocar gobiernos y de arruinar Estados con tan sólo desplazar su dinero apátrida por una madeja inextricable de terminales informáticos, han elaborado planes que garanticen definitivamente su supremacía. No están atados a ningún territorio, carecen de lealtades, se carcajean de todos los patriotismos, no tienen otra religión sino la acumulación de capital (aunque, para debilitar a las masas a las que ordeñan, se preocupan de que ellas se mantengan fieles a esa religión erótica que, a la vez que exalta la lujuria, prohíbe la fecundidad). Consideran que aún no han concentrado suficiente cantidad de dinero y que nosotros aún podemos resistir una vida más subalterna, consideran que nuestra resistencia a la adversidad no se ha colmado y que nuestras clases medias aún no han sido suficientemente expoliadas. Así que, con el apoyo de los Estados convertidos en lacayos de sus ambiciones, se disponen a lanzar la última ofensiva: depauperación de aquellos oficios que no redundan en su beneficio, imposición del comercio on-line, aniquilación de cualquier residuo de garantía laboral, introducción de monopolios disfrazados que arrasarán los últimos vestigios del pequeño comercio autóctono, robotización de trabajo y (last but not least) creación de un salario de subsistencia que mantenga a las multitudes desocupadas en un nivel de pobreza sostenible (y bragueta sostenida), pagado -por supuesto- por los Estados lacayos. Para lograr su designio, el dinero apátrida necesita líderes políticos que convenzan a las masas cretinizadas de que este horizonte infrahumano constituye su salvación. Y esos líderes políticos ya están entre nosotros.

Fuente: xlsemanal