Por Alberto Buela (*)
La formidable campaña mediática internacional que viene soportando la Iglesia católica en todo el mundo por casos de abusos sexuales de menores en los años 50 del siglo pasado no tiene ninguna otra explicación que el odium Ecclesiae de los hijos de Satanás.
En estos últimos días la campaña tomó una fuerza inusitada pues va directamente contra la figura del Papa Benedicto XVI. La voz de orden de todos los medios masivos internacionales es: salpicar la sotana blanca. Acá no hay medias tintas ni componendas ni diálogo ni nada, acá la lucha es a muerte: hay que liquidar al Papa. Pues cayendo éste cae todo- la Iglesia y su catolicismo- que es el último kathéjon, el último obstáculo al señorío de Satanás.(Que es lo mismo que el señorío de nosotros, dicen sus hijos).
Si se ensucia la sotana blanca, luego está todo permitido ya que se logra socavar la legitimidad de todo aquello que realiza la Iglesia en el mundo. Universidades, escuelas, hospitales, asilos para los más pobres, comedores populares, centros de recuperación de la droga y de investigación científica et alii. Al quebrarse el principio de autoridad moral que encarna el Papa estas instituciones pierden de suyo su sentido católico, su validez universal.
¿Quiénes son los que pretenden salpicar la sotana blanca?
a) Los abortistas: “los niños en boca de quienes predican el derecho inalienable de eliminar a gusto a los niños que aun no han nacido”, como observa justamente el periodista italiano, Vittorio Messori.
b) Los eugenetistas: Quienes asesinan a un anciano porque no tiene más una familia que lo cuide o aceleran el final de un hijo porque ya no está consciente y es incurable como dice Marcello Pera.
c) El gaymonio: Quienes sostienen que “progenitor A” y progenitor B son lo mismo que padre y madre.
d) El lobby hebreo de los mass media, para quienes la Iglesia sigue siendo la Gran Enemiga, la Infame.
Qué ha hecho la Iglesia católica para sufrir tan descomunal agresión internacional? Ha desarmado en todas sus líneas, en estos últimos 50 años, aquello que le permitió existir durante dos milenios: ha diluido la dialéctica de enfrentamiento entre la Sinagoga y Ella. Ha permitido el ingreso de sus enemigos en el corazón de su interior y ha renunciado a ejercer su defensa con los argumentos que usó con eficacia durante estos dos mil años.
La Iglesia no se defiende. La sotana blanca escribe una formidable carta a la iglesia de Irlanda y no menciona a sus enemigos. Del centenar de obispos argentinos ninguno salió a defenderla.
La paradoja es tal que un laico incrédulo como yo tiene que hacerlo. Es lamentable.
Es lamentable el silencio cómplice de los curas y obispos maricones, de esos que pervierten a los chicos, pero es más lamentable la mordaza del silencio a que son sometidos los buenos curas del pueblo: de eso no se habla, como la película de Mastroiani.
La Iglesia tiene que sacudirse y sacarse de encima a los putos que la han invadido en forma de seminaristas, curas, obispos y maestros de grado. Los homosexuales, si se caracterizan por algo, es por su “sexo compulsivo” que busca en los otros, sobre todo en los niños y jóvenes, su partenaire. Este es el origen de la pedofilia en la Iglesia y no otro.
La Iglesia ha dejado de pensarse como complexio oppositorum (reunión de los opuestos) como tan bien la caracterizó ese eximio teólogo y pensador que fue Juan Maldonado (1485-1554) para pasar a pensarse como coincidencia oppositorum, como pretende el pensamiento único instalado en ella. La Iglesia católica, maestra de la diversidad por su propia catolicidad, ha adoptado en ciertos temas (igualitarismo, holocausto, feminización, tolerancia, etc.[1]) un discurso único que la lleva a su propia indefensión.
En Inglaterra piden la destitución del Papa y los abogados inescrupulosos publican avisos: “Quiere hacerse millonario? Haga entrar a su hijo al seminario y el año viene venga a vernos” y en Estados Unidos el mejor negocio jurídico son los juicios contra los curas pederastas que llevaron a la quiebra a más de una opulenta diócesis. Inglaterra y Estados Unidos juntos, políticamente falta un socio que no se ve. Está en las sombras de las que hablaba Disraeli: “el mundo está manejado por aquellos que están detrás de los bastidores”. Solo se le ve la cola. ¿Será la cola de Satanás? Como barrunta el viejo exorcista Gabriele Amorth o la cola de miles de “satanases” que han hecho de la Iglesia católica un negocio, tanto sea para denostarla como para vivir de Ella.
(*) alberto.buela@gmail.com
——————————————————————————–
[1] Sobre estos temas, y otros muchos, hemos desarrollado una intensa meditación como la contraposición entre igualdad e igualitarismo. Así los hombres somos iguales en dignidad y no antológicamente iguales. El holocausto tiene un sentido teológico y existe una “industria del holcausto u holocuento”. La femineidad como la cualidad de lo femenino y no “homofemenización”. La tolerancia como virtud para evitar el mal mayor y no como ideología de “la de todos por igual”.
Fuente: nuevoencuentro.com
.