"...el mapuchismo es una de las enfermedades infantiles tradicionales del izquierdismo liberal argentino..."
MAPUCHISMO, IZQUIERDISMO, RÉMORAS OLIGÁRQUICAS Y NUEVAS Y COLOSALES AMENAZAS.
Jorge E. Rulli
el perro v. |
La sensación que tengo es que en este tema del mapuchismo, unos y otros juegan con fuego, sin mayores responsabilidades por el futuro de un país que se llama Argentina y que alguna vez soñó con ser la patria de todos los que quisieran habitarla en paz...
En este caso es el perro V. que además de colaborador probado del poder militar fuera un guia significativo de las estrategias durante la etapa progre kirchnerista, el que alienta la desmesura sobre el conflicto mapuche patagónico.
La constitución del 94 refiere expresamente al reconocimiento de pueblos preexistentes y a la necesaria y justa distribución de tierras a las comunidades. Uno se pregunta por qué razón no lo hicieron cuando fueron gobierno, me pregunto por qué en cambio permitieron que hubiese altos funcionarios del Estado como Jorge Nahuel que tenía en su despacho la bandera mapuche en lugar de la argentina, con impunidad y alevosía, ya que nos enteramos de ello por reportajes en los medios y lo denunciamos con estupor y sin resultado alguno, desde nuestro programa Horizonte Sur de Radio Nacional antes de que nos echaran en el 2009.
La respuesta es sencilla, el progresismo se basa en el simulacro y en los relatos. La impotencia caracteriza al progresismo, en el mejor estilo del director de la Biblioteca nacional, a las cosas no se las resuelve sino que se las pone en contexto, se las adoba con incontables citas bibiográficas y luego se les explora derivas, analogías, heurísticas, comentarios y polémicas varias.
Tal como decía Jauretche ciertos sectores medios hacen el amor en la oficina... no en su casa o en todo caso muchísimo menos que en su casa...
Conocí a los mapuches hace muchos años en el exilio sueco, los conocí y tuve que trabajar en relación con ellos cuando habiase organizado el ADMAPU, un definido aparato promovido por el partido comunista de Chile y por Cuba, o sea por los soviéticos, para anticiparse al auge del indianismo que se preveía. Algunos de sus líderes me parecieron brutales además de estalinianos y no guardo buenos recuerdos de ellos.
Con los años conocí muchos exponentes de comunidades en la Argentina que fueran avasallados por los mapuches y que permanecen todavía en las sombras, en especial en las sombras del reconocimiento político, porque aquellos violentamientos de los siglos dieciocho y diecinueve no solo se mantienen sino que han sido heredados por los blancos solidarios que no hacen distingos entre unos y otros ni pueden imaginar siquiera en el universo indígena un contexto de dominados y de dominantes.
De hecho y al menos durante el kirchnerismo, paradójicamente, se alentaron desde el Estado las corrientes indígenas que impugnaban el proceso independentista que parte de nuestra Revolución de Mayo y se soslayaron en cambio las presencias y la representación de comunidades que fueron amigas de la república desde sus mismos origenes...
Como se sabe, el mapuchismo es una de las enfermedades infantiles tradicionales del izquierdismo liberal argentino. Lo que resulta impensable en México donde hasta el último indígena se considera mexicano y seguidor de la memoria de Emiliano Zapata, ocurre en nuestro país, en que el propio Estado se permite reconocer, legitimar y hasta ofrecer cargos funcionariales a quienes publicamente lo impugnan y lo niegan en su propia condición de Estado... mientras menoscaba o ignora todo esfuerzo por promover el mestizaje y el logro de una identidad común para el conjunto de la población que es irremediablemente mestiza...
En este caso es el perro V. que además de colaborador probado del poder militar fuera un guia significativo de las estrategias durante la etapa progre kirchnerista, el que alienta la desmesura sobre el conflicto mapuche patagónico.
La constitución del 94 refiere expresamente al reconocimiento de pueblos preexistentes y a la necesaria y justa distribución de tierras a las comunidades. Uno se pregunta por qué razón no lo hicieron cuando fueron gobierno, me pregunto por qué en cambio permitieron que hubiese altos funcionarios del Estado como Jorge Nahuel que tenía en su despacho la bandera mapuche en lugar de la argentina, con impunidad y alevosía, ya que nos enteramos de ello por reportajes en los medios y lo denunciamos con estupor y sin resultado alguno, desde nuestro programa Horizonte Sur de Radio Nacional antes de que nos echaran en el 2009.
La respuesta es sencilla, el progresismo se basa en el simulacro y en los relatos. La impotencia caracteriza al progresismo, en el mejor estilo del director de la Biblioteca nacional, a las cosas no se las resuelve sino que se las pone en contexto, se las adoba con incontables citas bibiográficas y luego se les explora derivas, analogías, heurísticas, comentarios y polémicas varias.
Tal como decía Jauretche ciertos sectores medios hacen el amor en la oficina... no en su casa o en todo caso muchísimo menos que en su casa...
Conocí a los mapuches hace muchos años en el exilio sueco, los conocí y tuve que trabajar en relación con ellos cuando habiase organizado el ADMAPU, un definido aparato promovido por el partido comunista de Chile y por Cuba, o sea por los soviéticos, para anticiparse al auge del indianismo que se preveía. Algunos de sus líderes me parecieron brutales además de estalinianos y no guardo buenos recuerdos de ellos.
Con los años conocí muchos exponentes de comunidades en la Argentina que fueran avasallados por los mapuches y que permanecen todavía en las sombras, en especial en las sombras del reconocimiento político, porque aquellos violentamientos de los siglos dieciocho y diecinueve no solo se mantienen sino que han sido heredados por los blancos solidarios que no hacen distingos entre unos y otros ni pueden imaginar siquiera en el universo indígena un contexto de dominados y de dominantes.
De hecho y al menos durante el kirchnerismo, paradójicamente, se alentaron desde el Estado las corrientes indígenas que impugnaban el proceso independentista que parte de nuestra Revolución de Mayo y se soslayaron en cambio las presencias y la representación de comunidades que fueron amigas de la república desde sus mismos origenes...
Como se sabe, el mapuchismo es una de las enfermedades infantiles tradicionales del izquierdismo liberal argentino. Lo que resulta impensable en México donde hasta el último indígena se considera mexicano y seguidor de la memoria de Emiliano Zapata, ocurre en nuestro país, en que el propio Estado se permite reconocer, legitimar y hasta ofrecer cargos funcionariales a quienes publicamente lo impugnan y lo niegan en su propia condición de Estado... mientras menoscaba o ignora todo esfuerzo por promover el mestizaje y el logro de una identidad común para el conjunto de la población que es irremediablemente mestiza...
Troskomapuchismo en acción |
Recordemos quién es el hombre más rico de la Argentlna, y recordemos su rol religioso que algunos desavisados homenajean con estúpido candor, sin considerar siquiera que ese rol refiere de manera pública y oficial a la Sacristia militar del Ejercito de Israel...
la nueva oligarquía terrateniente |
Pensemos que, mientras tanto y en esos mismos años, se implementaba por parte del gobierno de Néstor y de Cristina, así como de esa misma izquierda urbana portuaria, un modelo de sojización compulsiva y habilitación de OGM que posibilitó el surgimiento de un nuevo y enorme Poder rural, un nuevo y monstruoso poder oligárquico, económico y financiero ligado abiertamente al sionismo así como a la Deuda Externa... a la vez que la vieja oligarquía cada vez más inocua, se abandonaba y condenaba a sus memorias y al turismo lujoso de sus palacetes rurales...
Mapa publicado en el periódico alemán DW, en una nota sobre el conflicto Benetton-mapuches |
Que este gigantesco colosal engaño al pueblo argentino ha sido consumado bajo banderas presuntamente nacionales y populares, por gobiernos patagónicos feudales que en Buenos Aires confundieron el Socialismo con el Asistencialismo y en sus pagos patagónicos confundían el industrialismo con el ensamblado y con los puertos francos, que mientras hacinaban de manera monstruosa la población sobrante de la sojización del territorio en los conurbanos bonaerenses de miseria extrema, impidieron todo repoblamiento de sus provincias a las que continúan manejando como las estancias ovejeras de antaño y como patrones prostibularios, de los cuáles algunos de ellos son directos descendientes...
Y como tantas otras continuidades significativas con que nos sorprendemos cada día, entre el progre camporismo de Cristina y la llamada restauración conservadora de Macri, que no se dan solamente en el Ministerios de Ciencia y Tecnología y en la Radio Nacional...
Nuevos y relevantes exponentes del antiguo feudalismo patagónico ciego a todo interés nacional acompañan al nuevo presidente en su gestión de Gobierno. Es comprensible por todo ello que el porvenir de nuestras tierras australes nos preocupe y nos preocupe mucho.
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