Alejandro Olmos Gaona
5-10-2020
En medio de los estragos del Covid19, que ha afectado al mundo entero, y donde en muchos países se trazan estrategias y ayudas para mejorar la situación económica, en la Argentina se acentúa un enfrentamiento visceral, resucitando el viejo maniqueismo de los buenos y los malos. Y como diría Sartre los malos siempre son los otros, y hacer un ejercicio de autocritica tarea absolutamente imposible ya que de lo que se trata es tener razón a cualquier precio, aunque para ello haya que dedicarse a la pura interpretación, ya que los datos y las cifras no ayudan a estas conductas bipartidistas, que son cultivadas con esmero.
Con motivo de impuesto a la riqueza, que es un porcentaje ínfimo, que no puede afectar a ninguna de las personas a las que está destinado, se generó una lluvia de denuestos y falacias de diversa naturaleza. El que confeccionó el proyecto original fue rápidamente invisibilizado y tomaron la posta los diputados Kirchner y Heller para convertirlo en ley, estando todavía en discusión en el Congreso.
Aunque tal impuesto es insuficiente, ya corrieron las diversas interpretaciones: que esa forma de legislar va a afectar las inversiones, que es inconstitucional, y varios etceteras que podría agregar, todos demostrativos de como puede llegar a cegar la pasión política de los que están en contra de ese tributo.
La Argentina que viene de años de problemas, tiene que hacer cambios estructurales necesarios, y aquellos que tienen mas recursos son los que deben tratar de contribuir a esos cambios, y no hacer lobby para impedirlos.
Una evidencia de nuestra parálisis surge de estos datos, que son irrefutables, surgen de estadísticas públicas y privadas, provenientes de sectores afines al mundo empresario, y deberían hacernos reflexionar:
-En la Argentina entre 1945 y 1955, el PBI creció 48% y el PBI por habitante el 19%
-Entre 1955 y 1965 el PBI creció 43% y 21 % por habitante
-Entre 1965 y 1975 el PBI creció 42% y 22% por habitante
-Después se desbarrancó todo y desde 1975 al 2020, el PBI creció el
87% en 45 años, sideralmente alejado de cifras de otros tiempos y de una economía que a pesar de dificultades, interrupciones militares y conflictos generaba crecimiento y no esta detención que parece quedarse en el tiempo, y arrancó fundamentalmente desde la dictadura civico-militar.
Un buen amigo me recordaba ayer una frase de Ortega y Gasset "Para definir una época no basta saber lo que en ella se ha hecho, es menester además saber lo que no se ha hecho (El Ocaso de las Revoluciones) y eso debe llevarnos a pensar, todas las falencias que hemos tenido y que nos llevaran a la decadencia presente, donde había 30% de pobres en el 2015, 35% en el 2019, y ahora 41% y 10% de indigentes.
Y como ese impuesto al que me referí al principio aunque insuficiente ha sido cuestionado me interesa mostrar como ejemplo como reaccionó ante sus crisis el gobierno de los EE:UU. tan admirado por los cultivadores del mercado, y que han reaccionado con furia a esta nueva carga.
Después de la crisis de 1929, que devastó la economía norteamericana, con su secuela de desocupados, quiebras de comercios, alzas desmesuradas, el gobierno decidió que los que tenían importantes bienes de fortuna contribuyeron con su esfuerzo para que el país saliera adelante. El impuesto federal a las ganancias se aumentó del 25 al 63% en 1932. Se volvió a elevar al 77% en 1936 llegando al 91% en 1941. Posteriormente se redujo al 77% en 1964 y al 30-35% entre las décadas del 80-90.
El impuesto a las sucesiones que se derogara durante la dictadura, alcanzó en EE.UU. al 77% durante las décadas de 1940 y 1970, y fue del 55% desde los años 80, habiendo bajado posteriormente
Además en momentos de crisis como los señalados, no solo la del año 1929, sino el resultado de el desastre sufrido por Europa como consecuencia de la segunda guerra mundial, las respuestas políticas de los gobiernos fueron, el alza generalizada de los impuestos a las ganancias, regulación financiera, nacionalizaciones y un conjunto de acciones, que permitió emerger a esos países, siendo los más ricos los que debieron forzadamente contribuir, sin que a ninguno se le ocurriera hablar de problemas con las inversiones, ni con dificultades al crecimiento, o huida de la empresas hacia otros destinos.
La fraseología de las leyes del mercado siempre se da de patadas con la realidad objetiva. Primero porque el mercado no tiene leyes inmutables, sino aprovechamiento de los grupos concentrados. En segundo lugar porque las inversiones reales, no las especulativas van si existe confiabilidad y seguridad, más allá de la existencia de tratados preferenciales o de protección y promoción de inversiones.
Estas cifras que he consignado son simplemente para que los desinformados de siempre, que interpretan lo que otros dicen, pero jamás van a los archivos, desconocen estadísticas, y los datos objetivos provenientes de diversas fuentes, tomen conciencia que en momentos difíciles como los que vivimos el mayor esfuerzo deben hacerlo, aquellos que tienen una gigantesca cantidad de bienes a su disposición, y no utilizar excusas, presiones, y especulaciones de diversa factura, para seguir ganando más dinero.
Aunque hay muchos olvidadizos, otros que se hacen los distraídos, y muchos a los que sus prejuicios ideológicos los hacen negar realidades que son evidentes habría que recordarles que entre 1982 y 1983, los más grandes empresarios de la Argentina, le transfirieron a todo nuestro pueblo una deuda mayormente ficticia, que en 1985 era de 23.000 millones de dólares. No se puede seguir admitiendo que esos personajes que se reciclan en el tiempo, se olviden de sus responsabilidades y sigan haciendo lo de siempre. Primeramente sería bueno que devolvieran al Estado todas las suman que ese Estado pagó por ellos, y en segundo lugar que se dispusieran a trabajar en serio para que la Argentina crezca, se desarrolle, elimine sus deficits, y deje de estar anclada a un eterno proceso de endeudamiento que la obstruye y no le permite salir adelante.
Finalmente recordar, que la situación grave que dejó el gobierno anterior en el Banco Central, se debió precisamente a esos grupos concentrados que además de haberse llevado 86.000 millones de dólares se dedicaron a especular en un juego de dolar y letras de liquidez (Leliq) para obtener enormes ganancias sin que les interesara en lo más mínimo el futuro argentino. El gobierno actual heredo ese desastre y la pandemia, contribuyó a sumar dificultades para tratar de cambiar todos esos problemas, ya que no hubo alternativas que recurrir a una
No hay comentarios:
Publicar un comentario