Las finanzas son el nuevo océano de la piratería. No hay ni parche en el ojo ni cara de malo, aunque el rostro de algunos provoque espanto. Un abordaje tras otro, el botín se sigue incrementando y se entierra, como si no hubiesen pasado cuatro siglos, en los rincones del Caribe, en las mismas Islas Caimán que aún hoy recuerdan aquellos tiempos con su carnaval pirata.
Las Caimán, como tantos otros lugares, son hoy un paraíso fiscal, el escondite final donde va a parar el dinero que los piratas financieros obtienen con la combinación de astucia, falta de escrúpulos y violencia que distingue a los de su especie.
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El botín del euro, el abordaje de Europa
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