21 de julio de 2025

LIMPIEZA ETNICA EN PALESTINA.

 Lebensraum, limpieza étnica, apartheid, genocidio.

La política del estado sionista desde hace 80 años.

El sionismo es el nazismo de hoy.





"...Israel no necesita declarar nada. Ya ha ocupado más del 60% de Cisjordania, destruyendo sistemáticamente infraestructuras palestinas y legalizando, paso a paso, los robos de tierra. En mayo de 2025, el gobierno israelí aprobó la creación de 22 nuevos asentamientos ilegales..."


ANEXIÓN SIN BANDERAS: CÓMO ISRAEL BORRA PALESTINA CON LA AYUDA DE OCCIDENTE

Javier Ferrro

en Spanish Revolution


La solución de los dos Estados ha sido durante décadas el opio diplomático que Europa y Estados Unidos ofrecían para calmar conciencias. Pero la realidad sobre el terreno ha seguido un rumbo opuesto: asentamientos ilegales, carreteras segregadas, checkpoints como cuchillas y una arquitectura de apartheid que expulsa, segrega y mata. La colonización no ha sido un error de Netanyahu, sino la hoja de ruta del Estado sionista desde su fundación.

Israel no necesita declarar nada. Ya ha ocupado más del 60% de Cisjordania (Área C), destruyendo sistemáticamente infraestructuras palestinas y legalizando, paso a paso, los robos de tierra. En mayo de 2025, el gobierno israelí aprobó la creación de 22 nuevos asentamientos ilegales. En paralelo, avanza el plan E1, que busca cortar Jerusalén Este del resto del territorio palestino y expulsar a comunidades como Khan al-Ahmar. Todo sin disparar un solo titular internacional.


Los soldados israelíes no están combatiendo, están ejecutando una limpieza étnica lenta, eficaz y metódica. Ya son más de 40.000 las personas desplazadas de sus campos de refugiados en los últimos meses, mientras se redoblan redadas, arrestos masivos y bloqueos a pueblos enteros. En junio, aprovechando la ofensiva contra Irán, Tel Aviv endureció aún más el cerco en Cisjordania. La guerra fuera, el asedio dentro.

Pero esto no es nuevo. Desde Oslo en 1993, Israel ha usado cada “acuerdo de paz” como cobertura para profundizar la ocupación. La Autoridad Palestina no gobierna, gestiona escombros. No representa un Estado, sino una coartada.


La decisión del gabinete israelí de iniciar el registro masivo de tierras en Área C no es solo burocracia. Es el paso final para transformar lo robado en propiedad reconocida. La legalización de los puestos de colonos es la forma moderna de imprimir escrituras sobre la sangre.

JORDANIA EN LA DIANA: EL NUEVO FRENTE DEL PROYECTO COLONIAL


Lo que se perfila ahora no es solo la desaparición de Palestina, sino el redireccionamiento de su causa hacia Jordania. Lo llaman “confederación”, “solución regional” o “plan de transición”, pero el fondo es el mismo: enterrar la soberanía palestina bajo el polvo diplomático y delegar su gestión en Amán.


Más de la mitad de la población jordana es de origen palestino. Transformar el reino hachemita en un Estado tapón no solo violaría el derecho internacional: provocaría una crisis interna de proporciones incalculables y convertiría a Jordania en el vertedero demográfico de la limpieza israelí.

Los gobiernos israelíes, desde los años 70, han coqueteado con la idea de que “Jordania es Palestina”. Ahora la propuesta toma forma bajo las sonrisas de la Casa Blanca. Trump, que ya ha dicho que se encargará de Gaza “como un proyecto”, y que no respalda la solución de dos Estados, lidera un bloque que prefiere las excavadoras a los tratados.


El objetivo no es resolver, sino deslocalizar. Transferir el problema, descargar la culpa, absorber a la población expulsada y mantener la apariencia de estabilidad. Es el plan de siempre, envuelto en papel diplomático. Y como siempre, habrá tecnócratas europeos para firmarlo, cámaras para cubrirlo y portadas para celebrarlo.


Israel no quiere paz. Quiere administrar el conflicto y externalizar la responsabilidad. Lo que se cocina no es un Estado palestino ni una solución intermedia, sino una transferencia colonial de funciones: que otro se encargue del pueblo que ellos han decidido borrar.


Y mientras tanto, el gobierno jordano calla. Sus declaraciones son fórmulas diplomáticas vacías, sin amenaza ni músculo. Mientras se desploman los pilares de Oslo, mientras el mapa se redibuja sin Palestina, Amán sigue aferrada al tratado de paz como quien se aferra a un papel quemado en mitad del incendio.


La solución de dos Estados no ha fracasado: ha sido asesinada con excavadoras y blindados, mientras Occidente miraba para otro lado.

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